Le han dado el Premio Princesa de Asturias de las Artes a Marina Abramovic, una señora que hace cosas más raras todavía de lo que ella es... y a unos cuantos que se dicen entendidos en arte les ha entrado tal ataque de entusiasmo, que al unísono han prorrumpido como los escolares de los versos de Machado:
“Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón”.
“Monotonía de lluvia de tras los cristales”, es lo que decía el poeta que pasaba en aquella escuela, y más de lo mismo es como lo han vuelto a celebrar los corifeos del sistema. Uno de ellos, Efrain Bernal, que debe ser muy progre porque escribe en el ABC, ha publicado una carta abierta a Marina Abramavic, que empieza así: “Nada puede hacernos más felices que haber recibido hoy la noticia de tu premio Princesa de Asturias de las Artes 2021”.
Salta a la vista que don Efrain, además de progre del ABC, es muy importante, porque se manifiesta con el mismo tratamiento que un ilustre catedrático de Derecho que cierta mañana le dijo a un adjunto de su departamento: “Mañana a las ocho nos vamos a Valladolid”. Así es que al día siguiente a las siete y media de la mañana ya estaba el meritorio de plantón en la puerta de la casa del catedrático. Y cuando este salió a su hora, es decir a las 8,45, se sorprendió al verle y le dijo:
- ¿Pero qué hace usted aquí?
- Pues como dijo que a las ocho nos íbamos a Valladolid…
- ¡Claro que sí! Nos, la cátedra, nos vamos a Valladolid, usted se queda en la Facultad dando clase.
Como los periódicos y sobre todo las cadenas de televisión ya nos han presentado con profusión las realizaciones de mal gusto de Marina Abramovic, les supongo a todos mis lectores enterados de que esta buena señora toca todos los palos y hasta le hace guiños al satanismo.
El tratamiento de la noticia de este premio se ha hecho con total desconsideración para el público, pues conscientes como son de que las ocurrencias de la Abramovic producen un natural rechazo en cualquier mente normalmente constituida, se curan en salud y nos han dicho que el arte de la premiada solo está al alcance de la comprensión de mentes despiertas, instaladas en la modernidad después de traspasar la oscura época de Velázquez, Murillo…
Conscientes como son de que las ocurrencias de la Abramovic producen un natural rechazo en cualquier mente normalmente constituida, se curan en salud y nos han dicho que el arte de la premiada solo está al alcance de la comprensión de mentes despiertas
Cuando un ignorante es además elitista, necesariamente tiene que tratarnos a los demás como tontos. Es evidente que de este comportamiento ajeno a nosotros, no somos responsables; sin embargo, lo lamentable es que todo esto no tenga contestación, porque siempre ha habido desequilibrados que se han creído que eran Napoleón, el problema surge cuando los demás aceptan que lo sea.
Pues no, no es que seamos unos retrasados culturales porque no celebremos este premio Princesa de Asturias 2021, y como lo de Marina Abramovic es más viejo que el hilo negro, el motivo de nuestra desaprobación ya lo descubrió hace más de veinte siglos el mismísimo Cicerón con esta sentencia: “Todos los hombres, por obra y gracia de una facultad interior, están capacitados para distinguir en arte lo bueno de lo malo, incluso desconociendo las normas que lo rigen”.
El gran historiador José Luis Comellas, tristemente fallecido hace unos días, citaba en unos de sus libros esta frase del racionalista y autor de La Enciclopedia, D’Alembert, “¡Ay del arte cuya belleza existe sólo para el artista!”, y escribía Comellas a continuación. “Porque el arte es por naturaleza, y hasta por deber, comunicable. Sin adivinarlo, D’Alembert estaba fulminando el arte del siglo XX. El hombre siempre tuvo una cierta idea de lo que es bello y de lo que no lo es. Cierto que el ideal de belleza cambia parcialmente en cada hombre y en cada época; pero parece cierto también que existe y ha existido casi siempre un sentido poco definible, pero intuible, de lo que es bello”.
Cuando la soberbia y el engreimiento del artista rompe los códigos de comunicación, se aísla y se encierra en su torre de marfil, para poder crear según dice con absoluta libertad, pero como resulta que también le gusta vivir más que bien muy que requetebién, entonces el artista no tiene inconveniente en perder esa libertad para convertirse en una marioneta de los mercados del arte para que con la venta de sus obras pueda llegar a final de mes.
Semejante impostura artística la podríamos pasar por alto, ya que no nos cuesta dinero, aunque siempre tendremos la obligación intelectual y moral de denunciar lo que de falso tiene todo este montaje de los negocios del arte, que ha acabado siendo un auténtico mercado persa, que produce a veces situaciones absurdas.
Hace unos años el administrador de un potentado empresario me contó la aventura que le tocó vivir siguiendo un determinado itinerario de un camión de la basura hasta llegar al vertedero, donde tuvo que hurgar durante horas. Sucedió que el potentado empresario había comprado una escultura, que no era otra cosa que unos alambres retorcidos, que le había costado un dineral por ser de un autor muy cotizado. Y coincidió con la compra de la peculiar escultura artística que la señora del empresario decidió pintar la casa. Tras los pintores, actuó una empresa de limpieza que recogió toda la basura que habían dejado y pensando que la escultura millonaria era parte de los desechos de los pintores acabó en los vertederos de basura de esa ciudad, de donde fue rescatada más retorcida de lo que había salido de las manos de artista, pero como en uno de los bordes todavía se podía ver la firma del autor, al día de hoy sigue cotizando en el mercado del arte.
De entrada, seguro que una parte de los costes de los premios Príncipe de Asturias, si es que no es la totalidad, la pagamos los contribuyentes, pero como desconozco de qué cantidad se trata, dejémoslo estar
Pero lo del premio Princesa de Asturias de Marina Abramovic es cosa bien distinta y más grave que este mercadeo de las obras de arte. De entrada, seguro que una parte de los costes de los premios Príncipe de Asturias, si es que no es la totalidad, la pagamos los contribuyentes, pero como desconozco de qué cantidad se trata, dejémoslo estar.
También resulta evidente el desprestigio de toda esta operación para la jefatura del Estado, porque no me acabe en la cabeza que el jurado haya tomado la decisión de darle el premio a Marina Abramovic, sin antes tener el visto bueno de la Casa Real.
Y por último, y aunque quizás sea lo menos importante pero que a fuer de sincero debo decirlo, me da pena de que hayan unido al nombre la jovencísima Doña Leonor de Borbón y Ortiz el de Marina Abramovic, porque como es casi una niña, cuando en sus sueños acampen los obras de mal gusto y satánicas de la Abramovic, nuestra Princesa de Asturias va a tener pesadillas
Y por último, y aunque quizás sea lo menos importante pero que a fuer de sincero debo decirlo, me da pena de que hayan unido al nombre de la jovencísima Doña Leonor de Borbón y Ortiz el de Marina Abramovic, porque como es casi una niña, cuando en sus sueños acampen los obras de mal gusto y satánicas de la Abramovic, nuestra Princesa de Asturias va a tener pesadillas.
Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.