“Con profesionales, incluso hasta para ir de excursión”, esto es lo que decía yo en el artículo de la semana pasada, que había sido una de las máximas permanentes de mi vida. Y esta misma pauta es la que sigo como director de la editorial San Román para elegir los autores de la colección “Testigos de la Guerra Civil española”, de la que acaba de aparecer un quinto título: Barbastro, una diócesis mártir (1931-1939) , cuyo autor es Martín Ibarra Benlloch.

Dos libros de esta colección, Paloma en Madrid  y La Esperanza tiene un nombre, además de ser dos relatos inigualables de dos mujeres de lo que fue el terror rojo en la retaguardia de Madrid, están anotados por José Manuel de Ezpeleta, que es sin duda el gran experto de la represión del Frente Popular en la capital de España durante la Guerra Civil Española.

Los otros dos títulos de esta colección, La profanación de la clausura femenina e Inspirados por Satanástienen como autor a Jorge Lópéz Teulón, que hace veinte años fue nombrado Postulador de una Causa de más de 900 mártires de la persecución religiosa de 1936 a 1939, para la provincia eclesiástica de Toledo y la diócesis de Ávila, trabajo por el que se ha convertido en uno de los máximos expertos en la persecución religiosa durante la Segunda República y la Guerra Civil.

El quinto libro de esta colección tiene como autor a Martín Ibarra Benlloch, doctor en Historia, que ha sido profesor de las Universidades de Zaragoza y Navarra y nadie como él conoce lo que sucedió en Barbastro, a la que con toda propiedad se denomina en el título la diócesis mártir, ya que el 84% de su clero fue asesinado.

Martín Ibarra Belloch publicó hace años un documentadísimo estudio de la persecución religiosa en esta diócesis del norte de España, que vio la luz en dos gruesos volúmenes, que a mi juicio deben servir de modelo para hacer otro tanto en el resto de las diócesis de España.

Desde entonces Martín de Ibarra no ha cesado en sus investigaciones sobre este aspecto de la Historia de la Iglesia y ha congregado en torno a su persona a muchos historiadores, para poner en común los conocimientos sobre el martirio de tantos católicos españoles en la que ha sido, por su número, la más importante persecución de la Iglesia de todos los tiempos. Él ha sido el director de las Jornadas Martiriales de Barbastro (2013-2020), de las Jornadas Martiriales en Madrid (2019) y de Talavera de la Reina (2021). Es asimismo fundador y presidente de la Asociación Cultural AMABAM (Amigos de los mártires de Barbastro-Monzón). Este libro de la editorial San Román pone ahora al alcance del gran público el riquísimo caudal de conocimiento de Martín Ibarra sobre lo sucedido en Barbastro.

“La diócesis de Barbastro -escribe en el prólogo el autor de este quinto título de la colección Testigos de la Guerra Civil Española- es conocida mundialmente por ser la diócesis martirial de España por excelencia. ¡Murieron casi todos sus sacerdotes diocesanos! Fue un auténtico holocausto. Ese martirio fue común al obispo, a los religiosos y a muchos laicos. Pensemos en el seminario de los claretianos: profesores y seminaristas, ¡todo un seminario mártir! Pero persecución sufrieron otras muchas personas, que solo fueron confesores de la fe. Persecución sufrieron los maestros durante la República, lo mismo que los periodistas católicos, los obreros y patronos, los que iban a Misa, los que deseaban una educación católica para sus hijos. Persecución sufrió el semanario El Cruzado Aragonés, cuyos tres últimos directores, 24 colaboradores y el administrador murieron mártires; además de haber desaparecido por completo nueve años del semanario, pues se quemaron todos sus ejemplares allá donde se encontraban. Persecución sufrieron los ornamentos sagrados, los archivos parroquiales, las iglesias, ermitas y capillas, profanadas y destruidas casi en su totalidad.

Dos mártires de Barbastro: el beato Florentino Asensio y el beato Ceferino Giménez Malla, un gitano también conocido como El Pelé

 

Vamos a tratar en este libro de los amigos de Dios que en una pequeña diócesis de España, la de Barbastro, de menos de 35.000 habitantes, en la zona Norte de Aragón, de la archidiócesis de Zaragoza. Una diócesis que llevaba décadas a punto de extinguirse, porque se suprimió en el Concordato de 1851. Y sin embargo, contra todo pronóstico, sobrevivió. Pues en esta diócesis pequeña, pobre y condenada a desaparecer, es donde se da la persecución contra la Iglesia Católica en España más tenaz y más feroz. Y a la vez, una respuesta cristiana que nos admira y emociona. Unos sacerdotes mal pagados, menospreciados por muchos por su poca sabiduría humana —también por las altas dignidades eclesiásticas de España y Roma—, resultan ser fieles hasta el martirio, con una rotundidad pasmosa. Y lo mismo sucedió con los religiosos y los laicos. Fueron fieles a Jesucristo y hoy iluminan nuestra vida cristiana. Nos emociona pisar donde ellos pisaron, rezar donde ellos rezaron, vivir donde ellos vivieron.

Nos serviremos del libro que publicamos en el año 2011 por encargo de la diócesis de Barbastro-Monzón, La persecución religiosa en la diócesis de Barbastro-Monzón (1931-1941), en dos tomos, así como de otras publicaciones posteriores que hemos realizado que lo complementan, sobre todo el Diccionario de la diócesis de Barbastro-Monzón. Tomo I. La diócesis de Barbastro en 1936. Arciprestazgos y parroquias, de 2014. En ellos encontrará el lector las principales fuentes y bibliografía sobre este asunto, así como numerosas fotografías de sus protagonistas y los lugares donde vivieron y murieron. Ofrecemos aquí un resumen de lo más importante, con las explicaciones y reflexiones que el lector de nuestro tiempo demanda.

Hemos decidido analizar la diócesis de Barbastro tal y como se encontraba en los años 1931-1939 y no la actual de Barbastro-Monzón, mucho más amplia y poblada. Pensamos que es lo más adecuado para comprender lo sucedido.

He dividido esta obra en quince capítulos que corresponden a tres partes claras. Los tres primeros hacen referencia a la Segunda República: Episcopado de Nicanor Mutiloa; Episcopado de Florentino Asensio; la vida sobrenatural. La educación. La asfixia económica. En ellos se comprueba que la persecución comenzó desde el primer momento de la República y que era variada. También se analiza a quién se perseguía, cómo era el Catolicismo de entonces y quiénes eran los mejores amigos de Dios.

La segunda parte, los capítulos IV a X describen la persecución cruenta, en el fenómeno doble de Revolución y Guerra. Los tres primeros capítulos están centrados en la ciudad de Barbastro, dada su importancia y relieve. Los siguientes los he dividido por comarcas naturales Somontano, Sobrarbe, Ribagorza y dentro de las mismas, por los arciprestazgos que existían entonces. He procurado poner ejemplos de lo sucedido, utilizando numerosa documentación de los protagonistas o de testigos visuales.

La tercera parte consta de cinco capítulos: El martirio de las cosas y de las personas; la vida cristiana; los supervivientes; la Iglesia renace; Barbastro, una diócesis martirial. Son aspectos muy interesantes, que no siempre se han tratado al hablar de la persecución religiosa y que ofrecerán al lector una visión completa de lo sucedido.

He procurado omitir notas a pie de página para no hacer fatigosa la lectura, lo mismo que ofrecer información de las cuestiones sometidas a debate. Para ello remito a la bibliografía que hay al final del libro.

Deseo recordar que esta es una historia eclesiástica, no una historia social, ni bélica, ni política, ni local. Interesa todo aquello que clarifique lo relacionado con la persecución religiosa, aspecto de la historia eclesiástica en el que nos centramos. Todo lo otro, muy interesante, no es motivo de una atención preferente en este estudio.

La historia, desde mi punto de vista, se asienta sobre dos raíles, que conforman la vía: la verdad y la libertad. O la Verdad y la libertad. O la historia —nuestra historia personal, nuestra historia institucional, nuestra historia comunitaria— se apoya en esos dos raíles o no avanza. Es un error apoyarla solo en la verdad/Verdad o sólo en la libertad. En el último libro de san Juan Pablo II el Grande, Memoria e identidad, se pregunta sobre la libertad. “¿Qué es la libertad humana? La respuesta se puede entrever ya en Aristóteles. Para él, la libertad es una propiedad de la voluntad que se realiza por medio de la verdad. Al hombre se le da como tarea que cumplir. No existe libertad sin la verdad. La libertad es una categoría ética”.

Estoy convencido de que para la nueva evangelización de Europa y en el resto del mundo, hay tres elementos claves: la devoción Eucarística, la devoción a Santa María y los mártires. Fuera de nuestras fronteras, nuestra diócesis de Barbastro (ahora Barbastro-Monzón) es conocida sobre todo por sus santos –san José de Calasanz, san Josemaría- y por sus mártires. Esta vocación a la santidad hunde sus raíces en el bautismo y en expresión de san Juan Pablo II “se pone de nuevo ante nuestros ojos en los demás sacramentos, principalmente en la Eucaristía”.

Y como escribía luminosamente el papa Benedicto XVI: “Cristo crucificado es el justo perseguido del que se habla en el Antiguo Testamento. Cristo mismo es la llegada del Reino de Dios. La Bienaventuranza supone una invitación a seguir al Crucificado, dirigida tanto al individuo como a la Iglesia en su conjunto”.

Javier Paredes

Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.