Hay algo todavía más absurdo que ponerle puertas al campo: intentar amordazar al Cielo para que no pueda hablar. Y, si ya concretando un poco más, a la que se trata de silenciar es a la Reina del Cielo, lo que sucede entonces es que Ella vuelve sus ojos misericordiosos hacía sus hijos que habitamos en este valle de lágrimas y nos manifiesta su amor maternal en forma de una catarata, que no hay quien detenga su curso, por muy cura o muy obispo que sea el que lo intente.
Se acaba de estrenar un documental titulado Garabandal, Catarata imparable (https://www.youtube.com/watch?v=qr0YHBSCbZs). Cuando escribo estas líneas hace tan solo 36 horas —un día y medio, con su noche incluida, en la que hasta los internautas acostumbran a dormir y no navegan en la red— que apareció en la red y ya ha superado las 170.000 visualizaciones. Sí, han leído bien: ciento setenta mil pinchazos, que es un número menor de las personas que lo han visto, porque de muchas de esas conexiones han sido espectadores familias enteras. Pero ni se molesten en multiplicar por ningún número las 170.000 visualizaciones para tratar de averiguar el número aproximado de personas que lo han visto, porque cuando lean ustedes este artículo lo de las 170.000 visualizaciones ya será un recuerdo.
Si yo les digo que el reportaje es muy bueno, ustedes están en su derecho de no creérselo, porque como servidor es uno de los que intervienen en el documental, soy sospechoso de ser juez y parte; por lo tanto, véanlo si les parece bien y juzguen. Pero les adelanto que, les parezca bueno o malo, lo cierto es que el reportaje es tan claro y tan descriptivo, que el que no sepa lo que ha pasado en la aldea cántabra de San Sebastián de Garabandal, después de verlo, se entera.
Sin conocer y ponderar los mensajes de la Madre de Dios en la aldea cántabra, entre 1961 y 1965, es imposible comprender lo que está ocurriendo en la Iglesia en 2020
Imposible que yo les pueda contar en un artículo lo que sucedió en Garabandal durante las muchas apariciones de la Virgen María a cuatro niñas de esa aldea, entre 1961 y 1965. Por lo tanto, ni lo intento, pero les facilito la referencia de dos libros que lo cuentan de maravilla. El primero está escrito por un argentino, Santiago Lanús, y se titula Madre de Dios y Madre Nuestra. Este libro es importante porque explica las apariciones de Garabandal en relación con las de Fátima y Amsterdam y ofrece la visión de una persona que no es español sino argentino, lo que resulta muy interesante para comprobar que lo de Garabandal está vivo y muy vivo… también al otro lado del Atlántico.
El segundo libro se titula Garabandal https://evk.es/es/garabandal 1961-1965, está escrito por José Luis Saavedra que hizo su tesis doctoral en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, precisamente sobre los acontecimientos que tuvieron lugar en aquellas montañas de Santander hace ahora 59 años. José Luis Saavedra hace un papel magistral en el reportaje al que me he referido antes, y se expresa de un modo tan directo y didáctico que hace fácil lo que no lo es.
Al margen de que uno sea partidario o no de Garabandal, lo cierto es que aquellos acontecimientos llaman la atención de un historiador, aún en el caso de que no se sea creyente. Para ello basta con que el historiador tenga tan solo un poco de curiosidad intelectual. Y llama la atención por muchos motivos. Me voy a referir tan solo a alguno de ellos.
En primer lugar, resulta sorprendente que, entre los años de 1961 a 1965, acudieran por miles las personas a una aldea perdida entre las montañas cántabras. Y que, además de perdida, estaba incomunicada, pues allí en los años sesenta no se podía llegar en coche, había que bajarse del vehículo en Cosío y andando, en caballería o en un todo terreno subir los cinco kilómetros de camino pedregoso que separaban Cosío de Garabandal.
Resulta también sorprendente que en aquella aldea cuatro niñas transmitieran dichos y mensajes, que estaban muy por encima de sus capacidades, ya que tenían una formación elemental muy deficiente, por las circunstancias del lugar, porque, aunque en Garabandal había una maestra, las niñas iban a la escuela cuando la nieve no se lo impedía o no tenían que trabajar en el campo.
Como muestra de su falta de formación religiosa, me referiré solo a un hecho. Cuando se llevaron a Conchita, una de las cuatro videntes, al obispado de Santander le trataron, no digo sin caridad, sino tan ni siquiera con consideración alguna a sus pocos años. Le amenazaron con que si no negaba haber visto a la Virgen nada menos que la iban a excomulgar, a lo que la niña preguntó con toda inocencia:
-¿Qué es “descomulgar”?
Como respuesta a una niña de once años, le propinaron una contestación tan postconciliar como la siguiente.
-Que cuando te mueras, no te podrán llevar al cementerio y te enterrarán como a un perro.
El éxito internetero del documental Catarata imparable demuestra que no hay obispo que pueda censurar a la Virgen
Y ya que estamos en el obispado de Santander, no salgamos de él sin decir que las actuaciones respecto a los sucesos de Garabandal de todos los obispos que han pasado por esa diócesis se pueden clasificar en malas y peores. Por lo tanto, el actual obispo de Santander, monseñor Manuel Sánchez Monge, y Monseñor Carlos Osoro, cardenal arzobispo de Madrid, que no hace mucho también fue administrador apostólico de Santander, tienen la obligación moral de actuar y no seguir silbando a la vía.
El documental denuncia actuaciones muy graves de los obispos de Santander para tratar de tapar lo sucedido en Garabandal, en lugar de trabajar seriamente y con sentido pastoral, como sería su obligación. Actuaciones tan graves como la de falsificar las declaraciones y la firma de un testigo, para hacerle decir lo que no quería, algo que en el ámbito civil es un delito. Presionar a una familia para que no diga que la curación milagrosa de un familiar tiene relación con Garabandal. Tomar decisiones con lo ejecutado por dos comisiones cuyo nombramiento y actuación son tan escandalosas que, como declara uno de los componentes de la segunda comisión, al final del reportaje tuvo que dimitir, porque aquello no había por donde cogerlo: los miembros del obispado en la comisión no pegaron ni golpe y solo acudieron a dos comidas en el restaurante Carmona. El resto de los miembros fueron abandonados por el obispado en Garabandal sin saber lo que tenían que hacer, dándose el caso de que uno de ellos, nombrado para juzgar un hecho religioso extraordinario, procedente de la Universidad de Valladolid se declaraba públicamente ateo. Por lo que concluye al final del reportaje el dimisionario integrante que en realidad no hubo comisión… ni nada que se le pareciera.
Y podría pensarse que este documental es una puñalada de pícaro contra el obispo de Santander por su comportamiento y el de sus predecesores en la sede episcopal. Pero eso no es así, porque voy a contar algo que no sale en el reportaje, y que prueba la mejor voluntad de los fieles… que quieren que sus obispos actúen de verdad como pastores de la Iglesia, sucesores de los apóstoles, lo que nada tiene que ver con ser unos burócratas de lo religioso, y que estudien en serio los acontecimientos de Garabandal y se pronuncien, como es su obligación. Que ya vamos para los sesenta años sin saber a qué atenernos.
Les cuento que hace un año y medio una persona relevante de la sociedad española visitó en el obispado de Santander a su titular, Monseñor Manuel Sánchez Monge. Conozco su nombre y el día en que fue a visitarle. Por cierto, nevaba que era un gusto. Tengo información incluso de los pormenores de aquella entrevista, pero me los reservo de momento y, si no los cuenta esa persona relevante, a lo mejor lo hago yo algún día. Solo diré que dicho personaje le entregó personalmente al obispo una documentación muy completa, en la que se incluía por escrito las declaraciones de ese integrante de la segunda comisión que dimitió, y que ahora reproduce el reportaje de Garabandal, Catarata imparable.
Desde esa entrevista, la de del día de la nevada, ha transcurrido un año y medio y nadie ha movido un dedo. Pero sin duda que las cosas tienen que cambiar, aunque solo sea para dar una respuesta a los miles de espectadores de reportaje. Y a buen seguro que el obispo de Santander actuará y tomará decisiones, y en su empeño correrá en su ayuda don Carlos Osoro, que además de haber sido administrador apostólico de Santander, ahora es nada menos que arzobispo de Madrid, cardenal de la Iglesia y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, y tanto poder como tienen estos dos personajes eclesiásticos, el que sea, no puede ser tapado con el tosco manto del silencio y de la mentira.
Y esto, porque con la persecución primero y el silencio después, se ha perdido una oportunidad única, la que La Virgen nos dio, de re-cristianizar España. Y en segundo lugar, porque ignorar los mensajes de Nuestra Madre en San Sebastián de Garabandal supone no entender nada de lo que hoy, 59 años después, está ocurriendo en la Iglesia y, por tanto, en el mundo. Que hace ya muchos años que dijo la Virgen en Garabandal que muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición y llevan detrás de ellos a muchas almas... Y desgraciadmamente los hechos le han dado la razón.
Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá