Para desgracia nuestra, las disputas entre clérigos nos acaban afectando a los feligreses. Y a mayor aburrimiento, los muy “cansos” —que es como así llaman en la Ribera de Navarra a los pesados que se pasan de la raya— llevan siglos dando la tabarra con la misma historia.
Porque en el fondo, y a fin de cuentas, dicen lo mismo el sacerdote egipcio Arrio (256-336), el religioso irlandés George Tyrrel (1861-1909), uno de los más genuinos representantes del modernismo, es decir un radical de mucho cuidado, o más recientemente el que fuera vicario de San Sebastián con el obispo Setién, José Antonio Pagola (1937). Sostienen que Jesucristo no es Dios.
Toda esta clerigalla se ocupa de Jesucristo solo para negar su divinidad, no tanto porque les importe un ardite la cuestión, sino para rebajar la perenne doctrina revelada a través de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad a una opinión más a tener en cuenta.
Si en el PP surgiera alguien que defendiera la doctrina social de la Iglesia, serían muchos los que le siguieran
Aunque no mucho, porque, mire usted por donde, en el contraste de opiniones, siempre quedan ellos por encima y prevalecen las tesis de Arrio, de Tyrrel y de Pagola, para someter a continuación a toda la feligresía a sus jocundas ocurrencias.
Así estaban las cosas en el siglo IV, hasta que se arremangó Osio (256-357) que además de ser obispo de Córdoba, vivió lo suyo y vio otro tanto en más de un siglo que tuvo de existencia. Desde el sur de España se trasladó a Nicea, ciudad situada en el Asia Menor, región conocida en la actualidad como Turquía. Hizo tantos kilómetros o millas, pero no se sabe muy bien si fue en carreta o en barco, para presidir el Concilio de Nicea (325), y echarle una mano a San Atanasio de Alejandría (296-373). El objetivo de ambos era poner las cosas en su sitio y aclararle la doctrina al clérigo Arrio. Y como el prelado cordobés y el patriarca de Alejandría no eran nada tolerantes con los errores de la herejía, y en frente tenían a un hereje más soberbio que un pavo real, estalló la tormenta- Para describir lo que allí sucedió cuentan las crónicas de entonces que “se armó la de Dios es Cristo”.
Y esto es lo que nos ha pasado en España, que nos han crecido los arrianos en el circo de los partidos políticos. Y proclamada la máxima de que el que se mueve no sale en la foto, y aún a sabiendas de que Dios es inmutable, los líderes políticos le han expulsado de sus organizaciones, primero, y de la sociedad española, después. Quizás por aquello que decía Marx de que la crítica de la religión es la condición de toda crítica. O, para explicar en que consistía esta labor con palabras de Feuerbach: «La crítica de la religión tiene su meta en la doctrina de que el hombre es para el hombre el ser supremo». Concepción de Dios y del hombre que casualmente comparten los marxistas y los seguidores de la ideología liberal-progresista.
El jefe del PSOE ha manifestado con rotunda firmeza que él es ateo; y para mí que lo del sin Dios de Pedro Sánchez se debe a la influencia de su ministro astronauta, que sigue la escuela de Yuri Gagarin, el primer hombre que viajó al espacio a bordo del Vostok I en 1961, en tiempos de la tiranía del partido comunista de Nikita Jrushchov, y que lo primero que se le ocurrió decir cuando estuvo de vuelta de su viaje espacial es que no había visto a Dios por allá arriba.
Hoy tambien hay clérigos que sostienen que Cristo no es Dios
Así es que debido a un fallo de organización de los estrategas de la rosa y el puño, Pedro Sánchez no pudo estar presente en el momento de la creación del mundo, que con lo chungo que ahora está vaya usted a saber a quién hay que adjudicar semejante chapuza, porque como ha dicho Pedro Sánchez Dios no existe, y en consecuencia a Dios no se le puede atribuir la creación. Pero para compensar su ausencia creativa, Pedro Sánchez no nos va a dejar abandonados y se ha ofrecido a organizar nuestras vidas para que dirijamos nuestras conductas según sus criterios y nos va a conducir a la plenitud un mundo sin Dios. En ese mundo, naturalmente, Pedro Sánchez, su señora esposa, las ministras, y los pocos ministros de su gobierno ocuparán un lugar preeminente, para que todos les veamos y nos sirvan de modelo.
¿Y lo del partido de la gaviota? ¡Pobre PP! Lo mal que lo está pasando. Pero claro, en el pecado llevan la penitencia. Estos no han dicho que sean ateos, pero este caso es mucho peor porque de hecho han expulsado a Dios del partido, a pesar de que tenía reconocido por los mismos militantes del PP la ocupación de un 33 % del espacio ideológico partido, que según sus estatutos se inspira en el liberalismo, el conservatismo y el humanismo cristiano.
Y siguiendo el sabio refranero español, por aquello de que a grandes males, grandes remedios, a mí no se me ocurre mejor medicina para la recuperación del enfermo, que volver a mirar a los fundamentos de nuestra civilización occidental y muy particularmente a las raíces cristianas de nuestra España, que durante milenios ha dado muestras de una soberana excelencia en las letras, en las artes y en las ciencias. Una civilización que se inscribe en estas tres dimensiones: Grecia, Roma y Cristo.
Estamos reviviendo la herejía de Arrio, cuando se armó “la de Dios es Cristo”
Aviso con tiempo, porque ninguno de los nombres que ya suenan para suceder a Mariano Rajoy está dispuesto a construir sobre los cimientos del Cristianismo. Y esta nos que sea la única baza que le quede al PP, es que ocultar las orígenes de la cultura a la que se pertenece es jugar al despiste. Como aquel indio apache que en lugar de utilizar la manta para hacer señales de humo, se la ata a los pies para que en el arrastre borre las huellas que va dejando. Y esta estrategia, lógicamente, solo lleva a la más absoluta de las soledades porque en ella no hay ni rastro para seguir a nadie.
Estoy convencido de que si dentro del PP surge un militante católico, que comienza primero por confesar en público el pecado de cobardía e incoherencia en el que ha vivido el partido todos estos años y, a continuación, levanta sin complejos la bandera de la Doctrina Social de la Iglesia, seremos muchos los que le sigamos. ¿Que el asunto es arriesgado y hay que pagar un precio alto…? Soy consciente de ello, porque vivimos tiempos de persecución, como la padecieron Osio y San Atanasio. Pero esto o la nada, porque en esta crítica situación el PP tiene todas las papeletas para desaparecer como organización política; y le puede tocar en la tómbola tan amargo premio, si alguien desde dentro no organiza la Dios es Cristo.