Con la ley de la memoria histórica pasa lo mismo que con las leyes abortistas. Cuando la izquierda promueve otra que sucede a una anterior, la nueva es más tiránica que la reemplazada y, por otra parte, ante semejantes “conquistas progresistas” los niñatos de la oposición se callan como gallinas pues, aunque es muy comentado que las gallinas son tan promiscuas como cobardes, es todavía más cierto que lo anterior, aunque no se comente tanto, que las gallinas desde que existen al día de hoy, no han pronunciado ni una sola palabra.
La ley de memoria histórica de 26 de diciembre de 2007 es uno de los variados atentados contra la libertad, perpetrados por el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, por los que sin duda no va a pasar a la Historia como un demócrata ejemplar. Y como han debido pensar los socialistas de la etapa actual, la de Pedro Sánchez, que la ley de Zapatero o se ha quedado corta o ya es antigua, hace unos días la han repintado, dándole una segunda manita de tiranía.
Cuando todos los españoles estábamos distraídos, disfrutando de las vacaciones, Rafael Simancas, portavoz del grupo parlamentario socialista, ha presentado en el Congreso un texto que lleva por título “proposición de ley de memoria histórica y democrática”. Concretamente, el representante del grupo socialista la pasó por el registro el 19 de julio pasado, y no lo hizo un día antes porque es de dominio público que en la política, como en el fútbol, hay gafes, que ya me lo aclaró a mí un insigne economista, apasionado de Europa y del fútbol:
—“No le des más vueltas, Javier, cuando un balón da en el poste en lugar de entrar a gol… no hay otra explicación: hay un gafe en el campo”.
Y me lo decía tan convencido, sin fumarse un puro, porque siempre tenía los pulmones ocupados y los dedos de la mano izquierda amarillos de fumar continuamente cigarrillos de tabaco rubio.
Esta veraniega proposición de ley del grupo parlamentario socialista la ha publicado el Boletín Oficial de las Cortes Generales del Congreso de los Diputados el 30 de julio pasado. O en otras palabras: la cosa va en serio y hay una clara voluntad política de hacer todavía más sectaria la ley de Zapatero de hace diez años.
Y digo que va en serio porque la capacidad de iniciativa legislativa tiene tres cauces: el del Gobierno, que puede presentar proyectos de ley, pero que en estas circunstancias por estar en funciones no lo puede hacer; en segundo lugar, el de los grupos parlamentarios, que pueden presentar proposiciones de ley, como es el caso que nos ocupa y, por último, la iniciativa legislativa popular, mediante la presentación de medio millón de firmas.
El artículo 7 se entromete en las universidades y da orientaciones a los investigadores, diciendo lo que tienen que investigar
En esta ocasión, es lo mismo que haya sido el Gobierno, que el grupo parlamentario socialista, que sea proyecto de ley o que sea proposición de ley, porque si la legislatura prosigue ese texto se aprobará y se convertirá en ley, con los votos de la izquierda y los de la extrema izquierda, y con la colaboración de los silencios cómplices de la oposición, para que a los niñatos de esos partidos no la tilden de franquistas. Porque esta panda de niñatos, aunque sean minoría en el Congreso y pierdan por ello las votaciones, sí que podrían presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional por ser esta ley manifiestamente anticonstitucional en varios de sus artículos, ya que para poder hacerlo solo se necesita tener cincuenta diputados.
Porque…, querido lector, ¿Ha oído hablar usted de este texto? Poco o nada… Pues por eso, precisamente, hoy toca escribir y comentar esta propuesta socialista. Cada uno de los artículos del texto es un monumento a la mentira, al sectarismo y al revanchismo, en el que no faltan concesiones a la ideología de género.
El artículo 7 se entromete en las universidades y nos da orientaciones a los investigadores para que no nos descarriemos y nos dice lo que tenemos que investigar, y esto lo hace un grupo presidido por un intruso universitario, que anda en bocas por lo de su tesis doctoral. Pues bien, en uno de los puntos de ese artículo se puede leer: “Las universidades fomentarán en todos los ámbitos académicos la formación, docencia e investigación en materia de memoria histórica. En particular, fomentarán las investigaciones orientadas a profundizar sobre la represión padecida por las mujeres durante la Guerra Civil española y la Dictadura franquista, contemplando la violencia física, psicológica y política ejercida contra ellas por razón de género, así como las estrategias de resistencia por ellas desplegadas”.
Y me pregunto yo si cuando la ley de memoria histórica nos dice a los universitarios lo que tenemos que investigar, ¿no se está violando el principio de autonomía universitaria, reconocido explícitamente por la Constitución en su artículo 27, punto 10? Pues en este caso, algo tendrían que decir alguno de los cincuenta rectores las universidades públicas o de los 26 recetores de las universidades privadas, integrados en la CRUE (Consejo de Rectores de las Universidades de España).
Y no hace falta aclarar que el artículo 7 excluye de hecho la investigación de lo que se hizo con las monjas durante la Guerra Civil, porque para la izquierda las monjas no tienen la condición de mujer. Les dará igual que fueran violadas y algunas hasta penetradas por la vagina con el cañón de una pistola, para así ser rematarlas, desgarrándolas las entrañas de un tiro, como hicieron con tres hermanas de sangre, que también lo eran de Congregación, Carmen, Rosa y Magdalena Fradera Ferragutcasas, que habían profesado Misioneras del Corazón de María.
No, el sectarismo socialista no tiene tanto que ver con el anticlericalismo, como con el anticristianismo. Pues las tres enfermeras de Somiedo no eran monjas, sino tres mujeres cristianas asesinadas por orden del socialista Genaro Arias Herrero. Este socialista, la noche antes del crimen, encerró a estas tres mujeres en uno de esos templos socialistas de la cultura y de la convivencia, denominados Casa del Pueblo, y socializó el cuerpo de las tres enfermeras para que las violaran cuantos quisieran, antes de fusilarlas.
No falta tampoco en la proposición del grupo socialista el anuncio de la puesta en marcha de chiringuitos subvencionados, en los que van a encontrar un modus vivendi los adeptos, con cargo a los presupuestos del Estado, por ejercer de comisaros políticos.
Son tantos los atentados contra los más elementales derechos, que denunciarlos será objeto de otros artículos. Pero no quiero acabar este escrito de hoy sin comentar algo que me ha preocupado especialmente, porque va más allá de lo imaginable. Me refiero al punto que anuncia gravísimas sanciones por realizar actos de conmemoración de Francisco Franco, lo que deja la puerta abierta, para que a un juez adepto pueda sentar jurisprudencia para empapelar al cura que se le ocurra decir una misa por Franco. ¿O es que decir una misa por el alma de un difunto no es otra cosa que recordar a esa persona para rezar por ella?
El sectarismo socialista no tiene tanto que ver con el anticlericalismo, como con el anticristianismo
Ya sucedió en la aldea de ficción de Don Camilo y Pepone, donde cierto día apareció un mendigo, que llevaba un pajarillo, encerrado en una jaula. El mendigo tenía amaestrado al animalito, para que cogiese con el pico un horóscopo, que entregaba a quien le daba una limosna. Y con lo recolectado en esa aldea, acudió a don Camilo para encargarle una misa por el exrey de Italia. Y le advirtió a Don Camilo lo siguiente: “Ha de ser una misa como se debe, con el túmulo y las velas, y con los cortinados fuera de la puerta y un letrero que diga: A la memoria de S. M. Víctor Manuel III".
Y, como era previsible, se organizó la mundial en el pueblo de Pepone, pues Víctor Manuel III (1900-1946), que subió al trono cuando su padre Humberto I (1878-1900) fue asesinado en Monza, había reinado durante el ascenso de Mussolini (1883-1945) al poder. Así es que, tras aceptar el encargo del mendigo, don Camilo dirigió sus preocupaciones al Cristo, con quien mantuvo esta conversación:
Y naturalmente, al ver el anuncio en la puerta de la iglesia, Pepone reaccionó y encabezó una marcha hasta la puerta del templo parroquial y se encaró con Don Camilo:
Si con esta proposición de ley, la intención de los socialistas incluye prohibir la celebración de misas por el alma de Francisco Franco, eso significaría que habríamos llegado a la peor de las situaciones. Porque si mal está que el socialismo nos arrebate la libertad de expresión, orientando sectariamente lo que los historiadores tenemos que decir y estableciendo comisarios políticos que nos vigilen, lo peor que nos pudiera ocurrir es que se pusieran de moda los atentados contra la libertad religiosa, porque a diferencia de los socialistas y los comunistas de la aldea de Pepone, que se limitaron a matar a un pajarillo, los socialistas españoles tienen ya una tradición, históricamente probada, en perseguir a la Iglesia, asesinando a los católicos.