El saqueo del Museo Arqueológico Nacional se produjo con violencia; encarcelaron y asesinaron en Paracuellos del Jarama al secretario de la institución, y el Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública, Wenceslao Roces (1897-1992), la puso su pistola en la frente a uno de los facultativos del Museo solo por pedir que una pequeña moneda de oro de un peso insignificante, pero de gran valor histórico, se excluyera de la requisa. Como vimos en el domingo pasado, Weceslao Roces volvió a España después de muerto Franco y formó candidatura para el Senado con los liberales y los democratacristianos en 1977; la derecha pagana y los católicos moderaditos tienen estas ocurrencias...
Convencidos de que la religión es el opio del pueblo, el principal empeño de los socialistas y los comunistas en la Guerra Civil fue exterminar el catolicismo y a los católicos de España. Jesús Hernández, ministro de Instrucción Pública, Wenceslao Roces (en el centro con gafas), subsecretario de Instrucción Pública, y el escultor Ángel Ferrán, exhibiendo como trofeos las imágenes profanadas de las iglesias españolas
Además, las maneras no pudieron ser más groseras, hasta provocar la indignación del conservador del Gabinete Numismático, Felipe Mateu y Llopis (1901-1998); él, que con tanto mimo y cuidado había tratado todas esas piezas únicas, tuvo que presenciar cómo los cartones de las monedas se vaciaban en los gorros de los milicianos y a continuación se metían en unos talegos. Y el pavor se apoderó de todos los facultativos cuando se dieron cuenta de las intenciones con que sustraían las monedas; no se hizo ninguna relación de las monedas porque no había que dejar huellas y por eso se temieron el peor de los destinos de aquella parte tan importante del Patrimonio Histórico, del que habían cuidado con tanto esmero.
Por eso se hizo todo con prisas, como son los asaltos de los ladrones, así es que en tan solo dos jornadas dieron el golpe. A los socialistas y a los comunistas el oro y la plata de la colección de monedas les había cegado sus ambiciosos ojos de tal manera, que no pudieron ver el valor histórico y cultural de lo que se llevaron. Y no es lo más grave que sus sucesores políticos actuales se empeñen en presentarnos a estos dirigentes del Frente Popular como la vanguardia de la cultura y de la tolerancia democrática, lo que es un insulto a la inteligencia. Lo verdaderamente grave es que en 1977, en la llamada modélica transición democrática, democratacristianos y liberales blanquearan a Wenceslao Roces, yendo en coalición electoral con él, sin haber dado ni una muestra de arrepentimiento y negándose a dar una sola pista del destino final de las monedas.
El mismo día 5 de noviembre de 1936 un coche, aparcado en los jardines del Museo Arqueológico Nacional, partió con el botín hacia el Ministerio de Instrucción Pública. Ese vehículo portaba dos cajas de madera, donde habían metido ocho talegos con las monedas, además de los paquetes de las bandejas de cartón con las 564 monedas árabes y visigodas, que ni siquiera se habían pesado. Desde Madrid, las monedas se trasladaron a Valencia y a mediados de 1937 acabaron en Barcelona.
En la Ciudad Condal cambió la custodia de las monedas, pues fueron depositadas en la Caja General de Reparaciones de Guerra, cuyo director general era el sindicalista de la UGT Amaro del Rosal (1904-1991). La Caja General de Reparaciones de Guerra era un organismo dependiente del Ministerio de Hacienda, que estaba situada en la Plaza de Cataluña. Todas las joyas robadas a particulares y los tesoros del patrimonio, así como muchos cuadros del Museo del Prado fueron traslados al castillo de Figueras, estos cuadros no permanecieron mucho tiempo, porque acabaron en una mina de talco en Lavajol (Gerona), cerca de la frontera con Francia. Así es que Juan Negrín (1869-1946) y Francisco Méndez Aspe (1892-1958), los mismos socialistas que habían organizado el expolio del oro del Banco de España, el robo de las cajas de seguridad de los particulares de los bancos y hasta la rapiña de los objetos de las 30.320 personas, que habían empeñado sus pertenencias de cierto valor material e inmenso valor sentimental en el Monte de Piedad, eran ahora los vigilantes del destino de todo este gran botín, del que forma parte la colección de monedas de oro del Museo Arqueológico Nacional.
Cámara del Banco de España donde se guardaban las reservas de oro. El socialista Francisco Méndez Aspe fue el brazo ejecutor de Negrín en el robo del oro del Banco de España. Manuel Azaña dejó escrito de Méndez Aspe que era un “sujeto morfinómano que debía de vivir generalmente en una euforia provocada”
Según cuenta Amaro del Rosal, meses antes de que acabara la Guerra Civil, el ministerio de Hacienda, en un avión especial, llevó en varios viajes a París muchos de los tesoros que custodiaba en la Caja General de Reparaciones de Guerra. Y en uno de esos vuelos se trasladaron las monedas del Museo Arqueológico Nacional, que fueron depositadas en la embajada de la II República en Francia hasta que fueron embarcadas en el yate Vita.
El yate Vita era propiedad de Marino Gamboa, un simpatizante del nacionalismo vasco que, al final de la Guerra Civil, puso el barco al servicio del Gobierno presidido por Negrín. La misión del Vita era trasladar a México buena parte de los tesoros guardados en la Caja General de Reparaciones de Guerra. Por esta razón, permanecía amarrado en el puerto de El Havre para recibir el cargamento.
Naturalmente que la operación se justificó para guardar en depósito todo el cargamento “con el fin de que no cayera en manos de los facciosos y poder devolverlo a España”. Al Vita fueron a parar los tesoros artísticos robados en catedrales e iglesias, como lo el manto de las 80000 perlas de la Virgen del Sagrario de la Catedral de Toledo, obra del bordador Felipe del Corral del siglo XVII, que desapareció para siempre. El Vita también se llevó custodias y vasos sagrados, robados en las profanaciones de los templos.
En el Vita también cargaron buena parte de las pertenencias que había en las cajas de seguridad de los bancos, que descerrajaron con la excusa de que allí se guardaban armas y documentos contrarios al Gobierno de la República, ya que sus propietarios eran ricos y facciosos. Pero es que también se cargó en el Vita el oro que había en los depósitos del Monte de Piedad, donde familias humildes para superar un bache económico dejaban en prenda pendientes, pulseras, relojes y hasta las alianzas de boda, como garantía del préstamo que recibían.
La peculiar “fiebre del oro” que padecieron los socialistas durante la Guerra Civil les convirtieron en protagonistas del grosero comportamiento en el castillo de Figueras que presenció José María Rancaño (1905-1995) y que trasmitió en un informe confidencial al partido comunista en estos términos: “pude ver el espectáculo de un ministro [Francisco Méndez Aspe] rodeado de funcionarios y otras gentes, en lucha angustiosa contra el tiempo, deshaciendo relojes y echando a un lado las tapas de oro y plata y la maquinaria al suelo; destripando alhajas de toda clase; metiendo en maletas cajas, empaquetando, ocupándose él mismo de todo, dando voces, presa del mayor histerismo”.
Lo cierto es que no se conoce con exactitud el valor de la inmensa fortuna que trasportó el Vita. Amaro del Rosal que, como dijimos, fue el director general de la Caja General de Reparaciones de Guerra ha descrito así los 110 bultos, sin especificar su contenido, que trasportaba el yate Vita:
Bultos del 1 al 10. — Objetos entregados por la Caja de Reparaciones.
11 — Depósitos Banco de España de gran valor.
12 — Monte de Piedad de Madrid. Gran valor.
13 — Monte de Piedad y Depósito Banco de España.
14 — Monte de Piedad y Depósito Banco de España, de gran valor.
15 — Depósitos Banco de España.
16 — Depósitos y una custodia de gran valor.
17 — Depósitos Banco de España.
18 — Depósitos Banco de España y una custodia Caja de Reparaciones.
19 — Depósitos Banco de España y especial de Caja de Reparaciones.
20 — Depósitos Banco de España y una custodia de Caja de Reparaciones.
21 — Depósitos Banco de España y dos custodias Caja de Reparaciones.
22 — Depósitos Banco de España y una custodia Caja de Reparaciones.
23 — Depósitos Banco de España.
24 — Depósitos Banco de España y una custodia de la Caja de Reparaciones.
25 — Objetos religiosos Caja de Reparaciones de excepcional interés.
26 — Depósitos Alicante.
27 — Depósitos Banco de España.
28 — Depósitos Bancos de España y objetos religiosos Caja de Reparaciones.
29 — Depósitos Bancos de España y dos custodias Caja de Reparaciones.
30 — Depósitos Banco de España y Castellón.
31 — Depósitos Banco de España.
32 — Depósitos Banco de España y entregas al Ministerio de Hacienda, de gran valor.
33 — Depósitos Banco de España y entregas al Ministerio de Hacienda.
34 — Depósitos Banco de España.
35 — Depósitos Banco de España y entregas Ministerio de Hacienda.
36 — Depósito.
37 — Objetos varios.
38 — Cajón entrega Generalidad Cataluña oro amonedado.
39 — Depósitos de Bancos y reliquias del Patrimonio Real. Todo el joyero de Capilla Real. El célebre Clavo de Cristo.
40 — Depósitos Monte de Piedad.
41 — Depósitos Banco de España y custodia.
42 — Depósitos Banco de España y lingotes oro.
43 — Depósitos Banco de España y lingotes oro.
44 — Depósitos Banco de España, y objetos históricos Catedral Tortosa.
45 — Depósitos Banco de España y objetos históricos Catedral Tortosa. Objetos religiosos y ropa de gran valor artístico e intrínseco.
47 — Objetos religiosos de gran valor artístico e intrínseco.
48 — Entrega Generalidad de Cataluña. Objetos de gran valor.
49 — Ropas y objetos religiosos procedentes de la Catedral de Toledo entre ellos el famoso Manto de las ochenta mil perlas.
50 — Ropa y objetos religiosos de Toledo. Depósitos del Monte de Piedad de Madrid y tres sobres de la Caja de Reparaciones conteniendo brillantes de alta calidad y de gran valor.
51 — Depósitos Monte de Piedad de Madrid.
52 al 54 — Depósitos Monte de Piedad de Madrid.
55 — Depósitos Banco de España.
56 — Depósitos Banco de España.
57 — Una colección de relojes. Valor histórico y artístico.
58 — Colecciones de monedas de oro de valor numismático. Ejemplares únicos de incalculable valor histórico.
59 — Colecciones de monedas de oro de valor numismático. Ejemplares únicos de incalculable valor histórico.
60 a 80 — Depósitos del Monte de Piedad y Banco de España. Más colecciones de monedas y otros objetos de alto valor. Ministerio de Hacienda.
81 — Caja pequeña de madera conteniendo el monetario de la Casa de la Moneda de Madrid, de oro. Mucho valor.
82 al 84 — Depósitos Banco de España.
85 al 87 — Caja de Reparaciones. Objetos gran valor.
88 — Depósitos Bancos y Monte de Piedad. 89 — Entrega de la Generalidad y Monte de Piedad.
90 — Entrega de la Generalidad y Monte de Piedad.
91 — Depósitos Monte de Piedad. 92 — Depósitos Monte de Piedad.
93 — Depósitos Monte de Piedad.
94 — Entregas de acuerdo con Decreto. En depósito.
95 — Depósitos Generalidad y otros.
96 — Entregas de acuerdo con Decreto.
97 — Depósitos Monte de Piedad.
98 — Depósitos Monte de Piedad.
99 — Depósitos de la Generalidad y sacos con monedas de oro (sin revisar su valor numismático).
100 — Varios bultos objetos de valor.
101 — Objetos del Culto de la Capilla Real de Madrid.
102 — Objetos del Culto de la Capilla Real de Madrid.
103 al 110 — Depósitos Monte de Piedad.
El cargamento del Vita iba consignado a nombre de un personaje de la confianza de Negrín, que había sido rector de la Universidad de Valencia, José Puche Álvarez (1895-1979), que cometió el error de encomendar la custodia de la carga a Enrique Puente Abuín (1908-1957), jefe de la milicia socialista conocida por el nombre de “La Motorizada”, al servicio de Indalecio Prieto, que ha pasado a la historia entre otros méritos por secuestrar a las dos de la madrugada del 13 de julio de 1936 al jefe de la oposición parlamentaria, José Calvo Sotelo (1893-1936), y asesinarle a continuación con una par de tiros en la nuca.
El Vita zarpó del Havre el 1 de marzo de 1939 hacia Southampton, en el sur de Inglaterra, y tres días después partió hacia Méjico. Lo cierto es que en la travesía del yate a Méjico Negrín perdió el control del Vita, ya que seis días antes de llegar a Veracruz, Indalecio Prieto recibió un telegrama de Enrique Puente Abuín anunciándole la llegada del barco para el día 23 de marzo. Indalecio Prieto se encontraba en Méjico por ser el embajador extraordinario ante el Gobierno de Lázaro Cárdenas (1895-1970). Y como el día de la llegada del Vita no se encontraba en Veracruz José Puche, el capitán del barco, José Luis Ordorica, y Enrique Puente Abuín, encargado de la custodia del cargamento, se entendieron directamente con Indalecio Prieto, quien consiguió del presidente de Méjico que el Vita se trasladara desde Veracruz a Tampico, donde descargó sin pasar aduana. Y por fin, todo ese cargamento, custodiado por militares mejicanos, fue trasladado a una casa comunicada con el domicilio de Indalecio Prieto.
Y en este punto se pierde el rastro del cargamento del Vita, sobre todo de las monedas del Museo del Museo Arqueológico Nacional, pues es opinión generalizada que fueron fundidas ya que muchas de ellas por ser piezas únicas no podían ser vendidas a ningún museo ni siquiera a un particular sin dejar rastro.
Como la colección de monedas de oro fueron fundidos cálices y custodias, como la de la foto, que estaba en la catedral de Jaén. La custodia procesional de la catedral de Jaén era obra de Juan Ruiz el Vandalino, hacia 1534-1538. Realizada en plata, medía unos 210 cm y pesaba 109 kgs. Fue fundida en Linares el 2 de octubre de 1936 y el socialista Juan Manuel Valenzuela entregó la plata al Gobierno de la República, presidido por Largo Caballero, en Valencia
El propio Largo Caballero califica lo sucedido con el botín del Vita en estos términos: “El tesoro que le birlaron a Negrín sirvió para sembrar el disgusto y la discordia entre toda la emigración, muy particularmente la de Méjico, por causa del favoritismo y la desastrosa administración, de la que no se ha dado cuenta ni creo que se dará”.
Por otra parte, de certero y atinado me parece el juicio que le merece lo sucedido al catedrático y académico, Martín Almagro Gorbea, autor de un importante artículo publicado en la Revista de la Academia de la Historia, en el que cuenta lo sucedido con la colección de monedas del Museo Arqueológico Nacional. Transcribimos sus palabras porque arrojan una luz que permite entender el comportamiento del socialismo español:
“Esa forma de proceder se corresponde con un comportamiento característico de clanes o grupos dirigidos por élites clientelares, cuyo origen y forma de actuación deben considerarse preestatales y, por supuesto, no democráticas. El caso más conocido en el mundo actual de este tipo de estructuras y comportamientos sociales son las mafias sicilianas y organizaciones semejantes, con las que, no casualmente, comparten entre otras cosas, la práctica de la omertá, entendida como conjuración o ley del silencio sobre lo ocurrido en beneficio y para ocultar a los autores de un delito.
En consecuencia, el robo por incautación de las monedas de oro del Museo Arqueológico Nacional debe considerarse, más que como un desgraciado acontecimiento de la Guerra Civil, como una consecuencia de la forma de actuar de un sistema político que, en realidad, estaba basado en clanes clientelares, que actuaban al margen de la legalidad vigente y que aprovechaban todas las circunstancias propicias, desde la guerra a la ideología, para lograr sus propósitos de poder y enriquecimiento personal, al mismo tiempo que enmascaraban y ocultaban ante la sociedad sus verdaderas intenciones y su forma de actuar nada democrática.
Los datos analizados confirman que se trata de un comportamiento mafioso, como evidencia la incautación y utilización personal sin documentación de control alguno de las monedas de oro del Museo Arqueológico Nacional. Dichas actuaciones responden, más que a comportamientos ideológicos, a normas de actuar mafiosas. Por ello en una sociedad de esas características no se puede hablar de democracia, salvo si el término se utiliza como un recurso más de propaganda al servicio del sistema mafioso citado.
Esta última conclusión de la ausencia de democracia en la Segunda República Española puede resultar muy dura e incluso pudiera parecer una interpretación provocativa. Por el contrario, es la última consecuencia que se deduce de un análisis objetivo de los datos y circunstancias que rodean la incautación y pérdida de las monedas de oro del museo arqueológico Nacional, si se abstraen las interferencias que produce su proximidad cronológica e ideológica”. (Martín Almagro Gorbea (2008): "El expolio de las monedas de oro del Museo Arqueológico Nacional en la Segunda República Española", en Boletín de la Real Academia de la Historia 205-1, pág. 49).
Javier Paredes
Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.