Economist&Jurist lo explica estupendamente bien: en seis meses el Tribunal Constitucional de Cándido Conde-Pumpido ha anulado más sentencias del Tribunal Supremo que las anuladas durante los seis años anteriores. Naturalmente, los abogados penalistas han pedido al TC que profundice en la cuestión y, naturalmente todo lo hemos dado por bueno. Ya saben nuestro sistema político y jurídico es muy garantista.
Estamos ante otra obra magistral del Sanchismo: el Tribunal Constitucional anula al Tribunal Supremo... y a otra cosa, mariposa.
Nos encontramos, como decimos, ante otra obra magistral del Sanchismo: el Tribunal Constitucional anula al Tribunal Supremo. Considerando que el primero es tribunal político y el segundo no, le dejo la conclusión al lector.
Pero hay algo más allá en esta absolución masiva en el sumario de los eres andaluces, el mayo caso de corrupción de la historia democrática española, naturalmente obra del PSOE, y la consecuente negación de cualquier responsabilidad por parte de un político, dado que el pobre... no se entera de nada de lo que le ponen a la firma... le ponen tantas cosas a la firma.
Al final, resulta que los casi 700 millones de euros malogrados no fueron utilizados en nada por nadie.
Pero hay una cuestión más de fondo que el Tribunal Constitucional ha puesto en solfa y que me parece aún más peligrosa. Es aquella que, en frase rotunda y definitiva, expresara, en cierta película de cuyo título ya ni me acuerdo, un asesino ruso huido en Estados Unidos: "Me encanta este país: nadie es culpable de nada". Y claro si el pecado no existe tampoco existe la justicia.
Y yo no tengo nada más que añadir. Bueno, algo sí: quizás sobra el envanecimiento de los condenados por el Supremo y ahora redimidos por el Constitucional. Pero, claro, supongo que eso resulta inevitable: otra consecuencia perversa más del principio de que nadie es culpable de nada.
No sufran, la justicia puede no existir pero siempre nos quedará la conciencia. Y la conciencia, en el papel del fiscal, es muy puñetera.