Las redes traducen al lenguaje de la calle los presuntos grandes acontecimientos políticos. Así, la pelea judicial entre PP y PSOE, producto de la reforma penal del Gobierno, lo traducen las redes sociales a este sencillo montaje para apoyar a los políticos catalanes condenados por el Procés. Gabriel Rufián, Oriol Junqueras y a Arnaldo Otegi convertidos en magistrados. Y esto porque las redes han captado que no estamos ante un pugna entre democracia y golpismo, tal y como pretende ‘el Bolas', sino en una lucha por controlar la justicia.

Toda esta discusión, detenida en fin de semana, naturalmente, salvo por Félix Bolaños, porque el malo descansa pero el tonto no, me recuerda lo que me enseñó una gran profesor, sacerdote e historiador, Gonzalo Redondo: la distinción entre simple y sencillo, complicado y complejo. Aseguraba don Gonzalo que un churro era simple y complicado: mera harina frita pero, eso sí, de formas inimaginables y cuanto peor hecho más complicado. Por contra, Dios es la sencillez absoluta pero complejo. Es decir, las cosas importantes son sencillas y complejas mientras que la frivolidad es simple y complicada. Y así, sencillo sería lo contrario de complejo mientras simple solo se opone a complicado.

Miren el follón judicial entre PP y PSOE como lo mira el pueblo: o sea, como lo miran las redes. Sencillo, que no simple, complejo pero no complicado. O sea, como lo miran las redes sociales, con todos sus usos y sus abusos, pero con una sinceridad desconocida por la clase política: Junqueras, Rufián y Otegi copando el poder judicial en España. Al menos lo intentan. ¿Se imaginan ustedes un TC presidido por nuestros tres políticos?