Tres eran, tres,
las hijas de Elena;
tres eran, tres
y ninguna era buena.
Ahora que Íñigo Errejón ha sido llamado a declarar es el momento de resucitar la reciente rueda de prensa de las tres líderes sumaritas, o masmadriditas, que marca un jalón en la historia de la caradura universal. Sólo Yolanda Díaz podría superarlas.
Hablo de doña Mónica García, doña Rita Maestre y doña Manuela Bergerot -tres eran, tres- quienes aparecieron en pantalla con el sano propósito de denigrar a un antiguo novio, a su antiguo amigo y a un antiguo correligionario... un tal Íñigo.
Nosotras y nosotros -aunque no compareciera ningún 'otros'- dedicaron demasiado tiempo a exculparse a sí mismas, al grito de "yo no he sido".
La desfachatez mayor fue la de su exnovia, Rita Maestre, quien, al parecer, no se dio cuenta de que don Íñigo era un pelín rijoso. Precisamente ella, que considera el machismo como el peor de los males que han azotado a la humanidad durante los últimos ochenta siglos.
Pues bien, los neocomunistas de Podemos y Sumar han entrado en carrera para enajenarse de su amigo Errejón y... para mantener el cargo, que eso es lo primero.
Que el feminismo tiende al lesbianismo no es necesario repetirlo. Pero quizás sea necesario recordar que el feminismo tiende, además, a la hipocresía contumaz. En primer lugar porque acusan al varón no de comportarse como un caballero sino de no comportarse cómo y cuándo la mujer quiere que se comporte... que no es lo mismo.
En el caso Errejón, al igual que en el caso Rubiales, asistiremos a otro rasgado de vestiduras ante el machismo lamentable, incluso en la izquierda. Y veremos a la derecha decir que los verdaderos feministas son ellos. Mire usted, los verdaderos feministas deberían ser ninguno, porque el feminismo no es bueno, es un veneno, tan malo como el machismo y, si comporta aborto -y suele comportarlo-, entonces es aún peor.