Chesterton acudió a su boda con Frances Blogg, el único gran amor de su vida -porque si no hubiera sido único no hubiera sido grande- con una pistola en la mano derecha y un vaso de leche en la mano izquierda. Años más tarde recordaría: si mi mujer no me hubiera conocido tan bien, podría haber pensado cosas horribles: que me iba a suicidar, que la iba a matar a ella... o la peor de todas: que era abstemio.
No se engañen, el número de vegetarianos y de veganos crece en España, en dirección directamente proporcional a la estupidez. Los frutícolas suelen ser gente triste, porque nada hay más sabroso como un chuletón. Porque el veganismo no es un problema de salud sino de salud mental. Así que me ha encantado eso de que las dietas vegetarianas fueron históricamente usadas para alimentar a los esclavos encaja perfectamente con la lógica histérica de los alimentos actuales. Menos mal que “somos lo que comemos”. Ahora entiendo que la lacra de moda sea la depresión. No me extraña nada.