Un tipo inteligente este Dani Rovira. Acaba de soltar una profundísima reflexión proaborto. Ojo al dato: según don Daniel, no se puede explotar a quien no nace. La verdad es que, en el aborto, al nasciturus no se le explota, se le tritura pero ya me entienden: lo que quiere decir el señor Rovira es que el aún no nacido no es persona hasta que ande, con lo que se convierte en un sujeto prescindible. Ni tan siquiera reclama sus derechos.
Considerar el nacimiento como el comienzo de la vida humana, es más, como el comienzo de la cualidad de la persona, tiene su aquel, porque el nacimiento, por muy doloroso, incluso peligroso, que resulte, en esencia no es otra cosa que el traslado del bebé desde el seno materno hasta los brazos de su madre, o de la comadrona. Diez minutos en los que la naturaleza del niño no cambia nada o lo hace de modo imperceptible. El mismo niño era antes del parto que después del parto.
Sin embargo, para nuestro galardonado actor, hace 10 minutos la criatura no existía y ahora sí, y hasta dotado con todos sus derechos constitucionales.
Es decir, mister Rovira se alinea nada menos que con el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, para quien debe legalizarse el aborto hasta el mismo momento del nacimiento, supongo que por razones similares a las de don Daniel.
Es más, personalmente pienso que tanto don Dani como don Tedros se quedan cortos: la persona no existe, y por tanto no es titular de derechos, hasta que se inscribe en el Registro Civil, acto burocrático que, esta vez sí, otorga la condición de ser humano. Todo muy racional.
Tiene usted razón señor Rovira: No se puede explotar a quien no nace: sólo se le puede matar.
Dice Fabrice Hadjadj que "un resucitado no es un inmortal sino mas bien lo contrario, porque para ser un buen resucitado hay que ser primero un buen muerto". En sentido opuesto, los progres deberían concluir que para nacer hay primero que estar vivo. Sólo entonces llega el alumbramiento... y hasta te pueden inscribir en el Registro Civil.