No era necesario exhibir una Última Cena con transexuales pero se trataba de ofender a los católicos. Ante todo, se trataba de institucionalizar la ofensa: hacerla oficial, en la mismísima ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024. 

Es un buen momento para calibrar las tragaderas del católico actual. El Vaticano debería hacer algo

Aciprensa ha hecho una buena selección de quienes han reaccionado -¡bien por ellos!- a esta bofetada, ojo, no a los sentimientos religiosos de los católicos, nuestra fe, sino a nuestra principios, a nuestras convicciones y al amor de los católicos a la Eucaristía. Esos cabrones han ido a la medular ... simplemente, querían hacer daño. 

La Conferencia Episcopal francesa, menos mal, ha protestado como hay que hacerlo. Con argumentos, con serenidad y de inmediato (esto último también es importante). Lo que sorprende es el silencio del Vaticano. Estamos hablando de una ceremonia oficial de la católica Francia, hija favorita de la Iglesia, contra la Eucaristía, arco de bóveda de toda la doctrina cristiana, inauguración de los Juegos Olímpicos, acto global por excelencia. 

No me basta con que el asunto sea citado en las Noticias del Vaticano. Me hubiera gustado que el propio Papa Francisco le dedicara un tiempo de su alocución del domingo 28 de julio a sacarle los colores a los hacedores de la blasfemia. 

Y el responsable mayor es ¡Lolito' Macron, el masoncete que preside Francia. El mismo que ha declarado que el aborto es un derecho constitucional, siempre abanderado de la venenosa ideología de género y hortera mayor de la Europa del siglo XXI.

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Oiga, y hasta no estaría mal que el señor Rafael Nadal, en lugar de dejarse agasajar por los franceses, se plantar ante la blasfemia proferida.

Con su blasfemia, el presidente de Francia no sólo ha ofendido el Cuerpo Místico sino que se ha cargado el espíritu olímpico que, es fraterno. Es decir, ha injuriado tanto a la paternidad como a la fraternidad. Y de paso, ha demostrado en qué consiste la ideología de género: en la horterada del 'drag queen'

¡Ánimo, Lolito!: tú solito eres capaz de cargarte las Olimpiadas, no las de Francia, sino las olimpiadas de toda la era moderna y del espíritu olímpico en su totalidad manifiesta, de una tacada. Después de mí, dijo Emmanuel, el diluvio. Emmanuel signfica Dios con nosotros y de esa semántica Lolito ha concluido que Dios es él y que debe ser adorado, a ser posible ataviado como Drag Queen.

Con su blasfemia, el presidente de Francia no sólo ha ofendido el Cuerpo Místico sino que ha cargado el espíritu olímpico que, es fraterno. Es decir, ha injuriado tanto a la paternidad como a la fraternidad. Y de paso, ha demostrado en qué consiste la ideología de género: en la horterada del 'drag queen'.

¡Y a mí que se me han quitado las ganas de seguir los Juegos!