Por su interés, reproduzco el artículo de Javier Garisoain en Ahora Información, una revista contracorriente, porque es un órgano de los carlistas.
Hablamos de otra histeria colectiva, no provocada por el calor sino por la persistencia, especialmente de las televisiones, armadas de mapa en rojo sangre de que esto no hay quien lo aguante, va a peor y no hay solución posible.
Bueno sí, la solución es la mutilación económica: volver a la caverna y prohibir todo aquello que permite disfrutar de la vida.
Pero, sobre todo, es sadismo y también sadomasoquismo: el hombre es culpable y, además, está condenado: hace mucho calor, no puedo soportarlo, me agobio y me ahogo.
En primer lugar, el aumento de temperaturas tiene consecuencia buenas y malas. En segundo lugar, se puede y se debe luchar contra el aumento de la temperatura y, sobre todo, sobre la desertización. Por ejemplo, reforestando España, por ejemplo, trabajando, la tierra en lugar de abandonarla.
Y lo más importante, como recuerda Garisoain, agradeciendo lo que tenemos, que es mucho, y en parte fruto de ese progreso contaminante, posible gracias la genialidad del hombre. Por contra, la atmósfera dominante, presuntamente ecológica, lo único que nos permite es volver a la caverna.