El papa Benedicto XVI ha pedido perdón por el daño que la pederastia clerical hizo en Alemania, su tierra natal. Al igual que Francisco, al igual que mucho antes San Juan Pablo II, Ratzinger considera que si él era obispo o Papa y esas cosas sucedían en la Iglesia, él debe pedir perdón por las barbaridad como padre del cuerpo místico. Para entendernos, que usted y yo, también somos culpables de la pederastia en la Iglesia, que no hubiera acontecido si usted y yo hubiéramos sido más santos de lo que somos.
Al mismo tiempo, para evitar el escándalo, y como es su obligación, Benedicto XVI niega las acusaciones que se le hacen y no puedo pedir perdón a título personal... ¡porque ningún daño hizo a título personal! porque aquello de los que se le acusa, permitir e incluso fomentar la pedofilia cuando era obispo de Munich, es sencillamente falso.
Pero miren por dónde, sus detractores, por ejemplo RTVE y su corresponsal en Roma, Begoña Alegría, experta en manipularlo todo hasta extremos desconocidos, han sincopado el asunto con el siguiente encabezamiento: Ratzinger pide perdón, estaba acusado de mantener un sacerdote pederasta sin mover un dedo.
No contenta con ello, doña Begoña asegura, como prueba fehaciente de culpabilidad, que Ratzinger pide perdón reiteradamente y espera ser perdonado por Dios en el juicio final. Sin comentarios.
De esta forma, el común de los mortales ha entendido lo siguiente: era verdad, Ratzinger pide perdón porque ha sido cómplice de los curtas pederasta. Y vaya usted a saber si él, personalmente... ¡Culpable!
A todo esto, sorprende el silencio de Francisco, que no hable en defensa de su sucesor, lo que da pábulo a que todos los calumniadores de Benedicto XVI se envalentonen.
Vale todo. Prepárense, la persecución no ha hecho más que empezar. Por ahora, estamos en el terreno de la calumnia.