El falso debate del salario mínimo empieza a molestar. Ni el PSOE tiene razón ni la tiene el PP. Ni los sindicatos aciertan ni acierta la patronal CEOE.
Hay que subir el salario mínimo, no porque tenga que suponer el 60% del salario medio, como recuerda la Carta Social europea y pactaron PSOE y Podemos, sino porque el volumen del salario no debe decidirlo el mercado (eso para salarios medios y altos) sino las necesidades del asalariado. Esto no lo dice ni el capitalismo ni el socialismo sino la Doctrina Social de la Iglesia. Y con 1.000 euros no se vive.
La solución es subir el salario mínimo, desde luego por encima de los 1.000 euros -el francés ubicado en 1.300 resultaría una buena referencia- y, al mismo tiempo, suprimir los impuestos. Desde luego, las cuotas sociales y también el IRPF, o al menos situarlo en nivel mínimo.
En definitiva, que pierda el Estado, que gane el trabajador y que al empresario le salgan las cuentas. Dicho de otra forma: un salario mínimo, más generoso, que permita una vida digna y libre de impuestos.