Tiempos aquellos, ya lejanos,
cuando el corazón se enamoraba,
y la mente pensaba en la amada,
por la noche y por el día.
Más, ¡ay!, si uno así se enamoraba,
y disfrutar de la compañía,
de quien el corazón amaba,
tenía que soportar a la “carabina”,
fuera amiga, hermana, o una tía;
que a los enamorados,
a todas partes acompañaba.
Y así tal parece que nuestro rey,
el bueno de D. Felipe, el sexto,
puede que esté enamorado
del reino, del que es Jefe de Estado:
nuestra España, maltratada y dolorida.
Y para que no se note ese cariño,
ni se pase de raya el enamorado,
ni se vea la respuesta de su pueblo,
se ha puesto, un tal Sánchez, de “carabina”,
para que el romance no prospere,
ya que envidia y, su sitio ansía.