Entre traidores anda el juego,
y cada uno trata de engañar
al otro, y todos a cada uno,
sin importarles un pimiento,
lo que les demanda el pueblo.
El uno le promete al otro,
darle lo que del lenguaje quiere
y que los presupuestos, le apruebe,
y al de más allá, con el mismo fin,
más poder y dinero, concederle.
Y así sigue el juego entre traidores,
repartiéndose, la economía y el suelo,
las prebendas y los gobiernos,
sin importarles un pimiento,
lo que necesita, el sufrido pueblo.
Más pensándolo pausadamente:
¿quién los eligió, sino el propio pueblo?
Y mientras los sigamos eligiendo,
a quejarnos, no tenemos derecho.
Y entre traidores seguirá éste juego.