Mensajero, enviado por los cielos,
que cuidas, el estado de mi alma
y de mi cuerpo, susurrándole
a mi espíritu, lo que hacer debo.
A mi lado siempre permaneces,
y me levantas de mis tropiezos.                  
Custodio de mis pensamientos,
y de mis actos, que acompañan
el vivir el camino de mi vida,
entre sufrimientos y consuelos,
llevándome al igual que a Tobías,
al encuentro de mi amado,
a morar en el amor, de mis desvelos.