A D. Felipe VI, rey
Se abrió paso en mi espíritu, dando luz.
Descubriendo infinitas maravillas,
igual que el sol que a la noche disipa,
un paisaje, sacó de la oscuridad;
y vi la tierra inmensa, poblada
de numerosas y diversas gentes,
y todos unidos fraternalmente.
Sociedad en familias dividida,
con esposas que defender y amar,
hijos que mantener y que educar,
casas, vidas y honras que proteger,
cultura y saberes que conservar.
Y un pacto entre todos constituido,
para contra los de fuera sustentar,
y a pesar de los de dentro ayudarse,
sin permitir que nadie nos divida.
Defendiendo la patria que vivimos,
el terreno en que las plantas sembramos,
y el surco que con sudor fue regado.
Casa donde viven nuestros ancianos,
jardines donde juegan nuestros hijos,
aeropuertos para nuestros aviones,
los puertos donde amarran nuestros barcos.
Lugares donde guardamos riquezas
del alma y, el cuerpo bien ganadas.
Iglesia, nuestro mayor sarcófago,
unas veces dentro y otras fuera,
habitáculo de nuestras creencias,
arca sagrada de nuestros santos.
*Publicado en La España Políticamente Correcta (Ed. Parquelagos, 1917, pág.92)