El “Narciso”, pagado de sí mismo suele ser.
Y la soberbia que lo sustenta, a la vanidad
le lleva, aumentando su querencia,
y el desprecio a los que le rodean,
de los que se desprende, cual mojado papel.
Cree que alabanzas solo merece él.
Y nadie a criticarle, se puede atrever,
Mientras él ningunea, siempre que puede, al Rey.
Son los mimbres que adornan al “Tirano”,
que al final, siempre, acaba colgado por los pies.