Al escalar una gran montaña
las fuerzas disminuyen,
mientras esta se sube.
Pero la mirada es más libre,
y la vista se amplía,
y el ánimo serena.
El tiempo pasa, mientras subimos,
la montaña de la vida
y la vista, experiencia,
nos hace más libres,
nuestra visión se amplía,
y nuestro espíritu se serena.
Si de esa mirada prescindimos,
o que nos la cieguen dejamos,
antes en decrépitos nos convertimos,
y no merecemos, seguir viviendo.