Añoranza del lugar que abandonamos,
y en esa añoranza vivimos añorando,
tanto si fue bueno lo vivido,
como si fue malo lo recogido.
Si bueno es nuestro recuerdo,
gira sobre lo que ya no tenemos.
Más si fue malo lo sufrido,
puede ser nuestro anhelo punzante,
por lo que pudo ser, y posible no fue;
quedando a frustración reducido.
Del pasado, el tiempo va borrando
los contornos reales que vivimos,
como las olas del mar los dibujos
que en la arena de la playa trazamos.
Así queda borroso incluso lo peor,
y lo mejor parece muy superior,
a lo que verdaderamente sucedió.
Y el presente nos causa pesar y dolor,
al pensar que el pasado fue mejor.
El presente y el futuro construirlo
no podemos, sobre un pasado que ya pasó.
Que jamás fue como piensa el corazón,
que lo envuelve en una aureola
de idealizada falsedad que no existió.
Y nos impide del presente disfrutar,
y adquirir un futuro dichoso.
Tributo demasiado oneroso,
a cambio de un descompuesto material.