Es propio del tirano,
a sus fieles maltratar,
y tirarlos a la basura,
cual papel de fumar;
si ya no son útiles,
más que para sacrificar,
y que paguen por él,
lo que él debía de pagar.
Demostrando de esta manera,
que si con el fiel, eso hace,
con el rival qué no hará.
Por ello, son los propios
que le debían de guardar,
los que al final de la jornada,
su caída propiciarán,
y al sacrificio, le llevarán.