El ser fuerte, es paciente;
la paciencia, el alma posee,
y aprendiendo a dominarnos,
aquello que debemos ser,
a poseer comenzamos.
Serenos, fuertes y pacientes;
sin comprar la serenidad,
con la apatía por los hermanos,
ni la propia tranquilidad,
al no difundir sin tasa,
el bien por todo el mundo,
que a todos nos pertenece.
Serenos, para con inteligencia,
los pros y los contras estudiar,
y examinar juiciosamente,
de las acciones sus resultados,
y después con decisión actuar.
Pacientes, pues hay perdón, siempre
que arrepentimiento se manifieste;
porque todo encuentra remedio,
todo es Vida, incluso la muerte,
para los hijos de Dios que en Él creen.