Christine Lagarde, presidenta del BCE insite, en entrevista con Atresmedia, que subirá los precios otro 0,5%, hasta la frontera del 4%. Asegura que hay que controlar la inflación. Lo mismo manifiesta Jerome Powell, que seguirá con su carrera alcista.
¿Tienen razón? En que el precio del dinero no puede ser cero, sí. En que subiendo los tipos solucionen la inflación, no.
En Hispanidad ya hemos dicho que el precio del dinero tenía que subir, porque es absurdo que el dinero no valga nada, siendo el instrumento de cambio del resto de los bienes. Que ahora el euribor se haya disparado y haya que pagar más por la hipoteca es duro, sí, pero es que no venimos de la normalidad (que el dinero valga algo) a la excepcionalidad (tipos en negativo) sino al revés. Razones para que los tipos de interés no estén en cero, hay varias:
1. De entrada, el dinero a tipo cero es la mejor manera de provocar crisis bancarias y cuando un banco se quema algo tuyo se quema, sólo los imbéciles se alegran.
2. En segundo lugar, la subida de tipos genera una ola de deuda, sobre todo de deuda pública, creada una generación de políticos irresponsables, del tipo Pedro Sánchez, así como una peligrosa costumbre de apalancamiento en las empresas, sobre todo en gestores ambiciosos que quieren crecer a toda velocidad y en las familias dirigidas por uno, o una, o dos, despistados. Aquí nadie invierte con fondos propios, todo es a crédito... y el crédito hay que devolverlo con intereses.
3.En tercer lugar -y esto es lo más importante aunque no lo más visible- porque reducir a cero el precio del dinero significa devaluar el conjunto de la economía, desde la producción a los salarios. Esta tercera consecuencia, insisto, es la más relevante pero también la más invisible.
Cuando un banco se quema algo tuyo se quema, sólo los imbéciles se alegran
Ahora vamos a Jerome Powell y Christine Lagarde: tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo (BCE) aseguran que han subido el precio oficial del dinero, no por ninguna de las razones antedichas, sino porque se ha disparado la inflación. Cabría preguntarles por qué se ha disparado, pero centrémonos en algo más concreto: subir el precio del dinero para luchar contra los precios es la medida clásica cuando el IPC se dispara por una crisis, vamos a llamarla 'normal', que suelen ser crisis de demanda. Eso se paliaría, que no curaría, a lo Sánchez: con limosnas púbicas.
Lo malo es que la crisis actual es una crisis de oferta. El primer mandamiento de la disparata política económica del siglo XXI, controlada por la ecología -perdón, por la sostenibilidad- y por la filosofía verde, asegura que no hay que producir más sino consumir menos. Según el nuevo paradigma -indiscutible, por supuesto- no hay que producir más bocatas de jamón para el hambriento sino decirle al hambriento que se conforme con nabos. O con insectos, que son muy nutritivos.
La inflación actual tendrá coto cuando abandonemos la filosofía verde y volvamos a explotar la creatividad humana: producir para satisfacer las necesidades de todos y, además, producir para cuidar el planeta
Nos dicen que no podemos producir mucho, sobre toda mucha energía, porque estropeamos el planeta, en lugar de hacer lo que deberíamos hacer: producir todo lo necesario y algo más para satisfacer las necesidades de todos y, al tiempo, producir los medios necesarios para no destrozar el planeta... porque el cambio climático no es una falsedad: tan sólo una obviedad.
Pero volviendo a la política monetaria: la inflación actual no se contendrá con una mera subida de precios que, encima, puede dañar la inversión. La inflación actual tendrá coto cuando abandonemos la filosofía verde y volvamos a explotar la creatividad humana: producir para satisfacer las necesidades de todos y, además, producir para cuidar el planeta.
La economía, o es filosofía, o es injusticia y ceguera
¿Una cuestión filosófica? Claro, como que la economía, o es filosofía, o es injusticia y ceguera.