El océano de liquidez en que vive la economía mundial desde la supresión del patrón oro (en agosto cumplió medio siglo) tiene su reflejo en el siglo XXI por dos vías: el precio oficial del dinero, la vía de siempre, y la compra de deuda pública (también privada pero luego hablaremos de eso) que ha generado un mundo poblado por políticos irresponsables que emiten deuda sin parar porque saben que se la compra el banco central y a buen precio.
Ahora bien, la inflación se ha disparado y entonces es cuando Jerome Powell, el hombre de la Reserva Federal, advierte que esto se ha acabado. Y no lo ha hecho elevando el precio oficial del dinero sino retirando los 'estímulos'. En plata que en lugar de comprar 40.000 millones de euros cada mes en bonos del Tesoro comprará 20.000 y que en lugar de comprará 20.000 millones de bonos mensuales comprará 10.000.
Menos mal. Esperemos que, ahora, la veleidosa Christine Lagarde, del BCE, siga el ejemplo de su colega norteamericano.
El principio motor es que el dinero tiene que valer dinero. De otra forma, no es que se devalúe el dinero, lo que se devalúa es el conjunto de la economía mundial, una depreciación que lleva al colapso... por exceso de liquidez y por la falta de bienes y servicios. Acabar con el océano de liquidez, 50 años de vida, costará al menos otros 50. Pero hay que empezar. Powell ya lo ha hecho, Esperemos que no se detenga.