San Esteban es el primer mártir y uno de los primeros diáconos de la Iglesia. Fue lapidado porque su enseñanza fastidiaba un poquito a los judíos. Celebramos este martes, 26 de diciembre, su fiesta, y ha conseguido, milagro de mártir, que hasta cierre la Bolsa española.
Dos cuestiones:
1.¿Vivimos hoy tiempo de martirio? Sí, en sus diversas formas. En Oriente, martirio sangriento y en proporciones crecientes. En Occidente, el martirio del ninguneo: si eres católico consecuente siempre serás un mindundi, un pringao, un ninguneao.
Por una parte, está el martirio físico del Tercer Mundo: Nigeria, Pakistán, India, China, el Sahel, el África negra... Y, encima, últimamente, hasta la católica Hispanoamérica, como es el caso de Nicaragua, que inaugura la que se está convirtiendo en la persecución sangrienta en Occidente.
2.¿Hay que buscar el martirio? Por supuesto que no, el cristianismo es una religión hedonista, no masoquista.
Ahora bien, el martirio merece la pena cuando se convierte en una cuestión de coherencia. Es la opción más prudente, la de los mártires: ser fieles a Dios y no al poder o a la propia cobardía. Es una cuestión que puede resolverse con una competidora: perder la vida terrena y no la eterna, que vale mucho más.
Precisión, necesaria en el mundo actual: el mártir muere, no mata... como hacen los terroristas islámicos cuando se inmolan.