San Francisco de Sales, obispo de Ginebra y patrón de los periodistas, tiene un currículo increíble. Director espiritual de primer orden, fundador de la Orden de La Visitación, que cuenta con muchas mártires en la Guerra Civil española, por ejemplo en su convento de Madrid, en la calle de Santa Engracia, a manos de los milicianos republicanos y democráticos, contrario al Calvinismo, esa doctrina triste y oscura que es la madre de los Estados Unidos, etc.
En ese etecétera, y por eso es patrón de los periodistas, San Francisco editó mucha hojas volanderas, una manera sencilla de llegar a todo tipo de públicos, explicándoles la doctrina de Trento y las barbaridades protestantes.
Las hojas volandera de Francisco de Sales, la primera prensa escrita, se pegaban a la actualidad y combatían las herejías, sobre todo la calvinista, porque Calvino había sido dueño y señor de la ciudad de Ginebra, donde créo una autocracia racista que muchos consideran parte del capitalismo más inhumano y que, desde luego, es tío carnal de la predestinación, ese cáncer que aún sobevive en Occidente.
La humildad de la hoja volandera de Francisco de Sales debería ser recogida en el siglo XXI, cuando sufrimos un periodismo apocado que, bajo la excusa del rigor, no se moja ni en la ducha. Humildad no es apocamiento, por la misma razón que ser humilde no es ser miedoso. Francisco de sales aprovechó la imprenta para hacer un periodismo de tesis, donde se informaba de lo que ocurría, pero también del signficiado de lo que ocurría, lo que hoy se llamaría un periodismo de tesis.
Hoy, también, el obispo de Ginebra hubiera sido perseguido por emitir bulos y fake news y estaría en lucha con quienes se dedican al bulo del bulo: es decir, a perseguir, no la mentira, sino la verdad que no le gusta al poder.
Celebremos a nuesto patrón, defendiendo la liberta del periodista y la verdad por encima del rigor, que se parece a la verdad como la mueca a la sonrisa.
Ya dije a través de esta pantalla que me iba de la Asociación de prensa después de más de 3 décadas como asociado. Entre otras cosas, porque veo pocos Fransicos de Sales en este oficio maravilloso.
En cualquier caso, las almas libres no abundan en el periodismo actual y hay que reivindicarlas. Hoy, el mayor rasgo de valentía es defender en público a Cristo. Perdón, quería decir la cultura cristiana. Pero, en breve, también resultará extraño encontra quien se atreva a defender la verdad y no se quede en los mensajes.