Ha sido probada la llamada Ley Riders, repartidores de comida a domicilio, la mayoría en bicicleta, para acabar con los falsos autónomos en Europa. Mucho me temo que Yolanda Díaz aprovechará para arrimar el ascua a su sardina y presumir de que Europa le imita: ella es así de modesta.
Varias notas: el trabajo del bicicletero es duro, por lo que resulta muy difícil oponerse a la norma europea o a las españolas.
No sólo eso: Glovo y cía son empresas-plataforma, donde los que aprietan la tecla del ordenador están mucho mejor pagados que los bicicleteros, que corren con el trabajo más duro y, sobre todo, cubren la esencia del negocio, que es el reparto.
Por último, se nos dice que esta norma europea, al igual que la española de doña Yolanda, se ha puesto en marcha con la intención de acabar con los falsos autónomos. ¿Quién puede oponerse a esto? Sobre todo porque si los impuestos laborales, sobre todo las cuotas sociales, no fueran tan confiscatorios como son en muchos países de Europa, por ejemplo en España, no existirían falsos autónomos sino muchos más autónomos reales. Rebaje usted las cuotas, verdaderamente esquilmatorias, en países como España, y ya verá cómo desaparecen los falsos autónomos como por ensalmo.
Otra cosa es el modelo empresarial de plataforma, que ha multiplicado el trabajo de los repartidores que, no obstante, cobran muy poco. Pero eso no se arregla exigiendo más impuestos a las plataformas sino exigiéndoles que paguen mejor a los repartidores. Que les paguen más a ellos no a la ministra Elma Saiz, en forma de cuotas sociales.