La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y los secretarios generales de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, firmarán mañana miércoles el acuerdo que han alcanzado para subir el salario mínimo interprofesional (SMI) un 5%, hasta los 1.134 euros al mes por catorce pagas, con efectos retroactivos desde el 1 de enero de 2024.

Las organizaciones empresariales CEOE y Cepyme no se suman al acuerdo, tras el intento de chantaje que sufrieron por parte de Gobierno y sindicatos. En este sentido, el presidente de ATA y vicepresidente de la CEOE, Lorenzo Amor, ha afirmado que "faltó voluntad" en el Gobierno para acordar la subida con los empresarios y no sólo con los sindicatos.

Y para colmo, al día siguiente de anunciar la subida, Díaz proclama su siguiente batalla: reducción de la jornada laboral. Ante lo cual, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha asegurado que con la reducción se producirá otra "subida implícita del salario mínimo" y ha acusado al Gobierno de "engañar a las empresas".

"¿Ahora cuál es el salario mínimo? Porque si reducimos también esa jornada, es otra subida implícita del salario mínimo. Yo creo que esto en cierta medida es engañar a las empresas y lo digo con toda claridad". "Resulta que se está hablando del salario mínimo y se está ocultando que esto va a pasar dos días después [la mesa de reducción de la jornada labora] (...). Que hagan lo que tengan que hacer, pero el diálogo social así no funciona".

Y para 'el pitorreo' final, el Ministerio de Hacienda anuncia que incrementará el mínimo exento en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) en 2024 para que alcance el nuevo SMI. Idea bonísima que propuso Feijóo horas antes del anuncio del departamento de María Jesús Montero. 

Algo que está muy bien, sin duda una buena medida, pero Feijóo y el Ministerio se quedan cortos, ¿qué pasa con las cuotas sociales? Ese es el gran lastre del empleo. La revolución pendiente en España: cuotas por IVA. Hay que terminar con las cotizaciones sociales. El IVA no es el impuesto más regresivo sino el más justo, porque a la gente no hay que juzgarla por lo que gana, sino por lo que gasta. Con las cuotas lo único que se consigue es acrecentar la economía sumergida o, sencillamente, que el empleador no emplee: le resulta demasiado caro.