Comienza octubre con un santoral fuerte. Hoy día 1, nada menos que Santa Teresa de Lisieux conocida como Santa Teresita del Niño Jesús (1873-1897)

Hombre. a servidor nunca le ha gustado que comparen a la francesa Teresita con la española Teresa de Cepeda, un respeto y algo más. pero no puedo sustraerme a la atracción de una señora que aprovechó mejor que bien sus 23 años de vida. Y que, por cierto, ha dado lugar a uno de los mejores textos del Papa Francisco.  

De Teresa de Lisieux me quedo con aquella anécdota de la novicia antipática. A pesar de su muerte temprana, Teresa de Lisieux participó en la formación de principiantes (principiantas, que diría don Pedro). Había una que la caía especialmente gorda: pedante, insufrible, cretina, lo tenía todo, la pobre. 

Precisamente por lo cargante que le resultaba, Teresa de Lisieuz hizo el propósito de comportarse con especial delicadeza con la insufrible, más que nada para superar la aversión con cariño.

Al final del curso que les impartió, la susodicha mastuerza se acercó a ella para decirle que no entendía por qué le había cogido tanto afecto, por qué le dedicaba tantas atenciones. Y la de Lisieux, que ya se ve que iba para santa, se salió por la tangente, sin ni tan siquiera reparar en la posibilidad de ahorcarla con ambas manos. 

Eso es empatía, eso es saber relacionarse con los demás, eso es... saber amar a Dios.

A ver si Santa Teresita va a ser un modelo para ese maestro de la empatía que tenemos alquilado en Moncloa.