Acobardada por la reacción -tan justificada como dura- de los agricultores europeos, que llevaron sus tractores a Bruselas, hasta las puertas mismas del despacho de doña Ursula, y en periodo electoral por las europeas del 9 de junio. Esta embustera alemana comenzó a dar marcha atrás: no se podía ser tan talibán en materias como la energía nuclear o como la exigencia continua, hasta llevarles a la ruina, con más burocracia y más costes para los agricultores y ganaderos europeos.

Más burocracia para la ganadería. Ojo, para la europea, no para la no-comunitaria, sin preocuparse del ‘dumping’ africano

Pero en cuanto hubo ganado las elecciones, en cuanto hubo repetido como presidenta de la Comisión Europea, sobre todo, cuando consiguió repetir en el cargo como aliada de socialistas, liberales y verdes, y arrinconando a los llamados ultraderechistas, no todos pero sí en parte, los únicos partidarios que quedan en la Unión Europea del sentido común, doña Ursula ha vuelto a las andadas. Lo primero, ceder de nuevo a los ecológicos, a los que están arruinando Europa, e imponer, que ya las preparan, nuevas medidas burocráticas y sanitarias para encarecer aún más la producción de porcino y de pollo, es decir, de los dos animales que más hambre han matado en Europa.

En resumen, doña Ursula es la ruina de la agricultura europea... y la ruina de toda Europa. Mintió en la campaña electoral y ahora vuelve a las andadas: la ha cogido con el cerdo, quizás para contentar a los musulmanes que nos invaden. Y lo anuncia justo en el momento en el que China da un golpe de gracia al sector porcino, rduciendo las importanciones en el merjor mecado de exportación del  porcino español. ¡Grandes sos, Ursula!

Más economía y menos ecología... y menos embustes, doña Ursula

Su arma favorita consiste en implantar más burocracia contra los agricultores. Ojo, contra el agricultor europeo, no contra el no-comunitario, sin preocuparse, por ejemplo, del dumping africano, consistente en competir a bajo precio con los ganaderos europeos a costa de salarios de miseria.

Más economía y menos ecología... y menos embustes, doña Ursula.