Oficialmente no se puede decir que la actriz Verónica Forqué se haya suicidado. Al menos no por ahora, aunque todo apunta a ello. Una lástima.
Es buen momento para hablar de los suicidios, dado que están disparados en todo Occidente. Al parecer, la tristeza cunde. Por tanto, conviene tener claras un par de ideas:
El suicidio no es una enfermedad de la mente sino del alma. No es enfermedad, es inmoralidad. Es verdad que la moral provoca salud o enfermedad, mental o física pero una cosa es la naturaleza y otra las consecuencias.
Al tiempo, la primera forma de pensamiento es el agradecimiento. Agradecimiento por estar vivo.
Por eso decía Chesterton que el suicidio es el peor de los homicidios. Ya sé que no tendemos a considerarlo así pero lo cierto es que el triste es, al menos parcialmente, culpable de su tristeza. Mientras, descanse en paz, Verónica Forqué.