El pasado lunes 9, celebramos la festividad de San Juan Diego, aquel indígena mexicano al que se apareció la Virgen María, a quien hoy conocemos como Nuestra Señora de Guadalupe-. Una advocación que ya se conoció en España (Extremadura) antes que en México. Nuestra Señora de Guadalupe… que celebramos hoy.
Pues bien, Guadalupe merece comentario aparte por otra cuestión: es un hecho absolutamente milagroso y científicamente demostrable que la tilma de paño basto de la Virgen ha resistido el paso del tiempo, los besuqueos de los mexicanos, y hasta una explosión de pólvora.
Es más en los ojos de la Virgen se han encontrado, imágenes corales que ningún pintor hubiera podido realizarse. No hablo de curaciones extraordinarias por intercesión de la Virgen de Guadalupe, que, por supuesto, las ha habido, hablo de microscopios que han analizado el iris de María Santísima, al que Francisco Ansón dedicó unas excelentes páginas que justificarían la carrera de cualquier mariólogo.
Tampoco hace falta decir mucho más, aunque habría mucho más que decir. Sencillamente, que los milagros existen, también los milagros permanentes y que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Decía Chesterton que el racionalista no cree en los milagros porque sus principios le impiden aceptar lo sobrenatural. Es decir, un chico poco científico. Sin embargo, el creyente entra en el milagro porque quiere saber si si es demostrable… y porque sabe que si fuera un falso milagro su fe no se resentiría en absoluto. Bueno, salvo en los creyentes muy idiotas. Vamos, que no hay peor ciego que el que no quiere ver,
Pues bien, la Virgen de Guadalupe es un milagro permanente, demostrable e incuestionable.
Son muchos los que acompañan a la Virgen en su día, por ejemplo, en la procesión de Las Antorchas, desde las 20 horas del jueves 12 en la parroquia Santa María Micaela, (en la madrileña calle de San Germán, 23) ubicada en el distrito de Tetuán. Los fieles, acompañados por antorchas y velas verdes que evocan el manto de la Virgen, recorrerán la Avenida Presidente Carmona hasta la calle General Perón, para posteriormente regresar a la iglesia. Este acto de fe y devoción busca fortalecer la unión entre España y México, y reafirmar la importancia de la Virgen de Guadalupe como patrona de la vida y la familia.