Parece que el pacto PP-Vox en Castilla y León está más cerca de cerrarse. Las tres consejerías que gestionará el partido de Abascal serán Agricultura, Cultura e Industria y Empleo, en un comunicado, la formación desvelaba los nombres de los consejeros y hacía una firme apuesta por un experto en el sector agrícola, un catedrático y un Jefe del área técnica del Consejo Económico y Social. Los elegidos son, para Agricultura, Gerardo Dueñas, al frente de Cultura, Gonzalo Santonja, e Industria y Empleo, Mariano Veganzones.
Muy polémico el nombramiento del consejero de Cultura, pues en 1969, con tan solo 17 años se hizo militante del Partido Comunista de España. Además, destaca su presencia en un acto de Herri Batasuna, partido político de ETA ilegalizado, en Oiartzun, donde estaba acompañado del escritor José Bergamín y el dramaturgo Alfonso Sastre.
El viraje de Santoja le llevó a presidir el Instituto de la Lengua, dependiente de la Junta de Castilla y León durante casi dos décadas. Su enfrentamiento con la Consejería de Cultura, en manos de Ciudadanos, hizo que dimitiera. Además, destaca Vox en su comunicado, ha publicado más de treinta libros de ensayo, así como cinco obras sobre el toreo y sus orígenes.
Aún falta saber las competencias que asumirá Juan García-Gallardo desde la Vicepresidencia del Ejecutivo autonómico. El Partido Popular ha confirmado a RTVE que estos nombres han sido trasladados previamente al presidente de la Junta en funciones, Alfonso Fernández Mañueco. El acuerdo avanza, pero aún se desconoce la fecha de la investidura.
Desde el periódico El Mundo, afirman que las negociaciones empezaron con una negativa por parte de Vox. La formación rechazó la Consejería de Sanidad, al ser una de las consejerías con mayor carga de gestión y con mayor exposición pública. Aseguran que Vox no quiso quemarse y reclamó Agricultura.
A la luz de estas informaciones surge la duda de si Vox busca y negocia por puestos o por ideas, y si ganará su vertiente cristiana o su versión falangista. Ya lo dijimos, esperemos que el programa de la formación no sea papel mojado como pasó en Madrid, y que Vox esté a la altura de sus principios.