El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha dado el visto bueno al proyecto del Ley Trans de la ministra Irene Montero. Eso significa que la podemita ministra de Igualdad, cada día más enloquecida, ha pergeñado un texto legal, que no moral (para distinguir entre ambos adjetivos aconsejamos acudir a don Luis Rubiales a don Gerard Piqué) que pasa el filtro Constitucional.

Enloquecida y ensoberbecida porque en su tweet acusa al Consejo de haberse retrasado tres meses. No, señora ministra, no se han retrasado es que su primer borrador era una chapuza jurídica. 

Ahora bien, lo importante no es el filtro del CGPJ sino la ley en sí. Una aberración antinatural que pretende elegir el sexo que nos ha otorgado la naturaleza. Si los españoles supieran lo que hay que hacer para cambiar de sexo, a lo mejor sacudían su modorra. 

Insisto: nadie nos ha pedido permiso para nacer, ni para nacer aquí o allá, ni para ser alto o bajo, listo o tonto, guapo o feo, hombre o mujer.