El diario La Razón es el que marca la actualidad periodística de este martes 2 de mayo, fiesta de la Comunidad de Madrid. Por una parte, con la encuesta de NC Report que otorga, directamente, la mayoría absoluta a Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, la plaza más importante de todas las convocatorias electores, tanto municipales como autonómicas, de cuantas se celebrarán el próximo día 28.
No menos importancia tiene un acertadísimo análisis del diario que dirige Paco Marhuenda de la euforia monclovita, sobre el ambiente que se vive en Moncloa, un mundo mátrix donde Pedro Sánchez Pérez-Castejón es un super-héroe de la Marvel: "Moncloa da por enterrado el 'efecto Fejóo'".
Ojo hasta donde yo sé, en efecto, es exactamente así. Ahora bien, no todos los fontaneros monclovitas son tontos. Por lo general, sólo aquellos elevados a cargo publico. Entre estos, sí son mayoría aquellos que piensan que el líder, nuestro gran líder, ha vapuleado al gallego, especialmente en sus debates en el Senado.
No entró en si son combates amañados, donde Sánchez habla sin límite de tiempo -¡y mira que le gusta hablar!- mientras a Feijóo le otorgan 15 minutos. Hablo de que en efecto, Feijóo resulta anodino en sus argumentos y mucho más convincente resaltando los defectos de Sánchez (no tiene mucho mérito, resultan bastante evidentes) que mostrando una alternativa ilusionante. Se trata sino de algo más duro: los fontaneros socialistas inteligentes saben que el voto de los españoles en las próximas Generales, si no cambian antes la cosas, no se guiarán por el amor a Feijóo sino por el odio a Sánchez.
O lo que es lo mismo: a esos fontaneros inteligentes del Palacio de La Moncloa no les preocupa el contrario sino el propio: les preocupa que se note esa macedonia de mentiras, demagogia y vanidad del ególatra de su jefe Esa es la conclusión que se extrae de la inmensa mayoría de las encuestas.
Ahora bien, el preámbulo de las generales de diciembre son las autonómicas de mayo, los comicios donde, por primera vez, se juzga la gestión de Sánchez en ciclo largo, pues llevará casi cinco años en Moncloa... y a su desastrosa gestión guerracivilista, ni el exitoso aparato de propaganda del socio-podemismo, encabezado por la pública RTVE y seguido por la privada PRISA, puede darle la vuelta a estas alturas de la película.
A esos fontaneros inteligentes del Palacio de La Moncloa no les preocupa el contrario sino el propio: les preocupa que se note esa macedonia de mentiras, demagogia y vanidad del ególatra de su jefe Esa es la conclusión que se extrae de la inmensa mayoría de las encuestas
Y Madrid, hoy 2 de mayo de 2023, constituye ya la piedra de toque. Isabel Díaz Ayuso, dice la encuesta de La Razón podría obtener mayoría absoluta y (68 escaños) y no necesitar tan siquiera de Vox. Para entendernos, los madrileños, otra vez claves y otra vez reflejo de lo que ocurre en el conjunto del país: sancEspaña no amará a Feijóo pero odia a Sánchez.
Feijóo es el aldeano que no entusiasma ni a los suyos, otro personaje tibio del centro-reformismo pepero, que aburre a un difunto. Pero esa misma sociedad informada que le desprecia sabe de lo que es capaz Sánchez y se aferra a ello a la hora de votar. La actitud general del votante español sensato podríamos resumirla así: no esperamos mucho del aldeanismo de Feijóo pero tememos más al peligroso majadero de Sánchez.
Por contra, Isabel Ayuso es la candidata de los empresarios españoles pero, ojo, no de los católicos conscientes. El problema del madrileño cristiano es que no puede votar a Ayuso, una abortista, simpática en sus críticas a Sánchez, desde luego, agradable en cuanto víctima de la brutal propaganda guerracivilista y cristófoba de PSOE y Podemos, pero, desde luego, poco que ver con los cuatro principios no negociables de un cristiano en política, recitados por Benedicto XVI: vida, familia, libertad de enseñanza y bien común.
Si Feijóo llega a La Moncloa lo hará como Aznar y Mariano Rajoy: con un voto desmayado al mal menor.
Pero, cuidado: Isabel Ayuso es la candidata de los empresarios, no de los católicos. El problema del madrileño cristiano es que no puede votar, en coherencia, a la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Dicen, desde Pedro Arriola, que el voto católico no existe. Claro que existe. Si me hablan de fidelidad a la doctrina en política, en efecto, tengo que reconocer que el voto católico no existe. Pero es que la decisión de votar a este o a aquel es un proceso, más que una decisión concreta de última hora: en su raíz procede de la cosmovisión de cada cual. Y el español, sobre todo en la cosmopolita Madrid, continúa siendo cosmovisión cristiana aún entre aquellos que no acuden a la Eucaristía los domingos.