¡Ya era hora! Santiago Abascal ha dado orden de rectificar. Las broncas parlamentarias son necesarias, así como las convocatorias en la calle, pero ni una ni otra cosa le llevaran a superar el listón electoral de hace cuatro años, los 52 diputados de ahora mismo.
El cambio consiste en esto: hasta ahora, Vox no se ha creído que pueda gobernar. Es decir, Abascal no se ha creído Giorgia Meloni, una mujer que decidió no ser complemento de nadie sino cabeza de cartel. Abascal ha decidido no ser el complemento del PP sino una alternativa de Gobierno.
No sé si ha empezado bien, porque ha comenzado por plantarse ante el PP en Madrid y no aprobar los Presupuestos de Díaz Ayuso. Con eso se le puede volver todo del revés, porque, a pesar de sus incoherencias garrafales, Díaz Ayuso es vista por muchos como una líder cristiana. No es que lo sea pero respeta a los cristianos y a su cosmovisión.
Mientras tanto, el cansino Alberto Núñez Feijóo continua en el centrismo. Es lo que ocurre siempre con la moderación en política, concepto que, no en vano, empieza por la misma letra que mediocridad y tiende a olvidar que la verdad siempre es radical en el fondo aunque suave en las formas.
El centrismo se acoge siempre con entusiasmo pero, al poco tiempo, aflora el viejo refrán: "el visitante y la pesca a los tres días apesta". Feijóo es tan moderado que modera el ánimo, hasta la somnolencia.
En cualquier caso, Abascal, por fin, es consciente de que las encuestas le atribuyen el papel de mera comparsa del PP y que, dado el nivel en el que nos movemos, a lo mejor estamos hablando de que por conformarse como comparsa, no llega ni a eso. Ejemplo: miren lo que ocurre en Madrid.
¡Ojo!, Feijóo, por contra, insiste en el centro reformismo... a pesar del alejamiento del poder económico, que empieza a creer que Feijóo es un bluf y que su gran mercado guarda un cierto parecido con el gran Estado de Sánchez. Para eso se quedan con Sánchez y siguen diciendo que España no tiene remedio.
Y luego está la debilidad del PP en las encuestas que, sólo por los pelos, aseguran que La Moncloa sea para Feijóo.
Abascal tiene que imitar a Meloni.