Santiago Abascal ha prescindido de su portavoz económico parlamentario, Rubén Manso. Y lo ha hecho con muy poco estilo. Una llamada de Enrique Cabanas, el comisario de Abascal que, sin ser diputado, controla el grupo parlamentario, en la que se le comunica al aludido, no que es rebajado en las listas hasta puestos en los que no resultaría elegido sino que, sencillamente, no entraba en las listas.
Así, la salida de Rubén Manso y de Víctor Sánchez del Real aleja a los dos liberales -ojo, en materia económica- del núcleo duro de Vox y se supone, que Abascal no soló desprecia el liberalismo filosófico, hace bien en despreciarlo, sino también -y aquí hace mal- el liberalismo económico, entendido como la defensa de la propiedad privada pequeña. Y ojo, porque el único partido con representación parlamentaria liberal que había en España era Vox.
La caída de Manso supone además la caída de Espinosa de los Monteros. Al menos, caída en influencia, porque de los Monteros es el representante de ese núcleo liberal enfrentado al azul Buxadé, quien el martes 20 volvía a dar una exhibición de poderío, un tanto improcedente, al personarse en Extremadura para defender a su candidato frente a la nueva progre-socialista del PP, María Guardiola.
Esperemos que la caída de Manso y de Sánchez del Real, es decir, la caída de dos 'liberales' -ojo, en economía, no en filosofía, porque Manso es un católico nítido- no preludie una nueva derrota en otra batalla aún más importante: la lucha interna de Vox entre falangistas y cristianos. Porque si Vox, y sin alharacas, es el único partido parlamentario ligeramente -sólo ligeramente liberal en economía- no les digo lo que puede ocurrir si la unidad de España -un bien deseable, sin duda- expulsa a los principios cristianos (vida, familia, libertad de enseñanza y bien común) del ideario del partido de Abascal. Eso sería aún más grave.
¿Y existe la pugna entre azules y cristianos en Vox? Sï existe: acuérdense de Macarena Olona, la progre-azul. Es verdad que el problema de Olona estaba en su carácter más que en su convicciones pero esa pugna existe. Abascal, a ver si te aclaras. Ideológicamente, digo.