Juan García-Gallardo, vicepresidente la Junta de Castilla y León merece un aplauso continuado. Y mira que no me caía simpático el personaje. Ahora es mi ídolo. Es el primer político español, desde hace lustros, con el coraje suficiente para poner en marcha una medida, la primera, a favor de la vida del más inocente y más indefenso de todos los seres humanos: el ya concebido y aún no nacido. Mínima, pero la primera en muchísimo tiempo.
El Partido Popular lleva años en permanente proceso de degeneración moral pero nunca había caído tan bajo como con el moderado Feijóo y con progres de cabeza hueca como González Pons y Borja Semper
Escasa sí, pero menos da un piedra. Lo que ha hecho el hombre de Vox en Castilla ha sido copiar las medidas que tan buenos resultados están dando en Estados Unidos contra la lacra repugnante del aborto: tú exiges -en este caso ni exiges, sólo aconsejas- a la mujer tentada de abortar a escuchar el latido del corazón de su hijo o a contemplarle en una ecografía... y no mata a su hijo ni de broma, salvo alguna desalmada con entrañas pero sin corazón.
Y es que todo el mercado de la muerte se basa en esto: en ocultar la realidad. Y es que el nasciturus se parece tanto a un niño que, cuando se ve, hasta el más idiota se da cuenta de que 'eso' es un niño.
¡Ojo!, las medidas de Juan García-Gallardo resultan mínimas. No prohiben, como debieran, la matanza de inocentes, sólo tratan de abrirle los ojos a la mujer que va a abortar: la modernidad teme a la verdad
Esto es algo parecido a lo que dicen en Barcelona (concedámosles esta malicia ahora que el Barça celebra la Supercopa) sobre el Real Madrid: no enseñéis las imágenes de cerca porque se verá que es penalti en el área blanca. O lo que es lo mismo, tú enseñas a una mujer lo que lleva en su seno y no daña a su hijo por muy desesperada que sea su situación y por muy sola que se sienta.
La medida de Castilla ha sido seguida por una medida, mucho menor, de Díaz Ayuso en Madrid, quien creará un teléfono para informar a las embarazadas otras opciones, esa misma que la izquierda progre trata de ocultar y que demuestran que el 83% de las mujeres que acuden a la organización Provida Red Madre, que ofrece aydua a la mujer para que tenga a su hijo... no abortan. Pero Ayuso, a pesar de que destaca entre el PP, sigue estando en posición abortera. No me sirve.
Pues bien, la situación en España es esta: Pedro Sánchez ha amenazado (domingo 15) con llevar los tribunales a la Junta de Castilla y León por defender la vida. Ahora resulta que el Gobierno, ese que dice que no hay que judicializar la política en Cataluña, amenaza con llevar a los tribuales a Castilla y León por defender al ser humano más inocente y más indefenso. Es repugnante escuchar al progre de izquierdas recrearse en la bazofia, pero aún más observar a la derecha pepera hacer lo propio simplemente por miedo a parecer anticuado.
Repetimos: un católico no puede votar al PP bajo ninguna excusa. En ningún caso
Lo de Pedro Sánchez era algo esperable, pero menos esperable que la viscosa actitud de Núñez Feijóo de arremeter contra sus socios de Vox por defender la vida del más inocente e indefenso de todos los seres humanos.
El Partido Popular lleva años en permanente proceso de degeneración moral pero nunca había caído tan bajo como con el moderado Feijóo y con progres de cabeza hueca como González Pons y Borja Semper, con el pinchauvas de Fernando Mañueco asegurando que siempre defenderá "la libre decisión de la mujer". ¿Libre decisión de qué? ¿De asesinar?
¡Ojo!, habrá que insistir: las medidas de Juan García-Gallardo resultan mínimas. No prohiben, como debieran, la matanza de inocentes, sólo tratan de abrirle los ojos a la mujer que va a abortar: la modernidad teme a la verdad. Lo que sorprende es que, a pesar de ese carácter menor, se haya encontrado con el aluvión de ataques e insultos con los que se ha topado. Así va España, donde impera el 'derecho al aborto'.
Repetimos: un católico no puede votar al PP. ¡Delenda est PP!