Es la semana de Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a quien un juez ha llamado a declarar como imputada en los juzgados de Plaza de Castilla. Pedro Sánchez se juega la Presidencia en este caso. Ojo, no le preocupa mucho el encausamiento de su esposa, lo que le preocupa es lo que esa imputación pueda representar para su carrera.

Hasta ahora, la estrategia de Moncloa ha consistido en negar la mayor: doña Begoña no sólo es inocente es que, además, es inimputable. Lo primero contrasta con el aluvión de datos contra ella, todos ellos referidos a su obsesión por convertirse en la Melinda Gates española, en la gran filántropa progre. Lo que le ha colocado en la actual situación es su pretensión de convertirse en el centro de atención de todo lo que le rodea. Si hubiera practicado la virtud de la discreción, la que más conviene a reyes y reinas consortes, nada habría ocurrido.

Lo segundo atenta contra la justicia, perdón contra el Estado de derecho dado que la inimputabilidad de Begoña va contra aquello de que todos somos iguales ante la ley, incluida la segunda dama, quizás primera, de la nación... aunque sea feminista.

Ahora bien, resulta que el juez Peinado enfila la recta final de su carrera, por lo que no está dispuesto a dejarse amedrentar por la Fiscalía, y mantiene la declaración de Gómez para el 5 de julio. Y entonces, ¿entrará Begoña por la calle, por el portal principal rodeada de micrófonos y junto al clan gitano que suele esperar a la puerta, o lo hará por la puerta de atrás, o por el garaje? ¿Irá acompañada de su esposo o no?... que también tiene su enjundia.

Para Moncloa, doña Begoña no sólo es inocente es que, además, es inimputable. Lo que ha perdido a doña Begoña es su obsesión por convertirse en la Melinda Gates española, en la gran filántropa progre

Dejemos eso y centrémonos ahora en su abogado, Antonio Camacho. La pasada semana fallecía el padre de Begoña Gómez, Sabiniano Gómez (DEP). Junto a su hermano, una parte de su vida la dedicó Sabiniano a negocios de saunas gay, negocio casi siempre ligado a la prostitución homosexual. En concreto, en una de sus saunas gay, sita en la madrileña calle de San Bernardo, hizo sus pinitos de grabaciones ocultas, un tal comisario José Manuel Villarejo y en las redes aún puede verse la entrevista con una ex trabajdora del local que recuerda el papel como pagadora de salarios, de doña Begoña Gómez.

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Y este asunto resucita ahora, cuando surge el Caso Begoña Gómez, frente a la estrategia de Moncloa, que, por el momento, parece condenada al fracaso.

Esta estrategia podríamos resumirla según lo apuntado: Begoña no es sólo inocente, además, es inimputable. Ergo, el juez debe archivar el caso tal y como le ha pedido -¿exigido?- la Fiscalía.

Por ahora, la estrategia ha fracasado porque, insisto, el juez no sólo se niega archivar el caso sino que ha citado a declarar a doña Begoña Gómez, el próximo viernes día 5.

Pasamos ahora al abogado de Begoña, Antonio Camacho, ex-secretario del Ministerio del Interior con Alfredo Pérez Rubalcaba, y luego ministro del Interior durante los últimos seis mes como presidente de Rodríguez Zapatero (junio-diciembre de 2011).

Y es que me temo que si no entendemos esto no entenderemos nada del Caso Sánchez-Gómez: fue el fallecido Rubalcaba quien, poco amigo de ese Sánchez, a quien consideraba un perfecto majadero, capaz de pactar con cualquiera al precio que fuera, ordenó la investigación sobre la familia Gómez. Su segundo era Antonio Camacho, hoy abogado de doña Begoña. Ahora es cuando deben preguntarse por qué Antonio Camacho es el abogado de la mujer del presidente.

Y no olviden el binomio: Rubalcaba consideraba a Sánchez un peligroso engreído. Camacho, fue siempre próximo a Rubalcaba, pero era ministro de Zapatero, el gran defensor actual de Sánchez.

Y Camacho no lo está haciendo mal, aunque su estrategia de intentar una y otra vez el sobreseimiento del caso, así como la puesta en duda por parte de la Fiscalía  de la honorabilidad y de la impericia del juez Peinado, no hayan proporcionado excelentes resultados. Incluso le han tratado de asignar una trama de corrupción con un chalet que tenía en su pueblo, utilizando para ello la red capilar de concejales socialistas, y tampoco ha dado resultado, Peinado insiste en que terminará la instrucción de Begoña Gómez, que empezó con el caso Barrabés y su famosa cátedra-no catedrática en la Universidad Complutense y ahora se amplia al presunto tráfico de influencias en el rescate de Air Europa con dinero público, rescate protagonizado por  ella en un plano, recibiendo patrocinios de Globalia y por el propio Sánchez en otro, en el salvamento de la aerolínea de la familia Hidalgo.

Las figura clave, desde el punto de vista empresarial, al menos por el momento, del caso Air Europa, son el fundador de la empresa, Juan José Hidalgo y su hijo, Javier Hidalgo, amigo personal y patrocinador de Begoña en su filantrópica obra, en Santo Domingo.

La cita es el viernes de esta semana, en los juzgados de Plaza de Castilla mientras Antonio Camacho insiste en que anular esa cita y en archivar el caso.

En resumen, el caso Begoña Gómez comienza con Rubalcaba... y con su número dos y sucesor, Antonio Camacho, actual abogado de la imputada. Ahora, en esa cita es el día 5: ¿acompañará Pedro Sánchez a su esposa a declarar a la Plaza de Castilla? ¿Entrará la imputada por la puerta de delante o de detrás? Recuerden que Peinado es un juez difícil... porque ya tiene poco que perder: enfila su jubilación.