Pues menos mal que en el caso Begoña Gómez no había "nada de nada". Porque lo cierto es que Moncloa ha entrado en modo histeria total.

Por de pronto, ya vale todo contra el juez Juan Carlos Peinado, que se ha atrevido a imputar a la esposa del presidente del Gobierno y llamar a éste a declarar. Vale todo: la Fiscalía, RTVE, los ministros, todo aquel cuyo sueldo dependa de Presidencia del Gobierno. Y en seis años de hospedaje monclovita, el número de agraciados, aquellos que tienen algo que perder con la caída de Sánchez ya son legión.

La SEPI también boicotea al juez: le niega información sobre Air Europa y deja fuera de foco a un personaje central en la trama: Javier Hidalgo

España no se ha politizado, simplemente vive en enfrentamiento civil y con cierta esperanza de que no acabe en guerra civil abierta, que todo podría ocurrir.

Sánchez ha creado, una España irrespirable. Los últimos datos: el Presidente envía una carta chulesca al juez Peinado: declarará por escrito... y espera que el juez cumpla la ley. Esta última advertencia quizás sobraba pero el estilo es el hombre. Sobre todo, cuando todos sus adláteres están acusando a Peinado de lo más grave que se puede decir, o acusar, a un juez: de prevaricación.

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La misiva se las trae. En primer lugar, Sánchez dice que la ley le fuerza a declarar por escrito. Eso es falso, es una posibilidad que se inventó Felipe González en la época de casos de corrupción que afectaban al Felipismo. Pero bien puede hacerlo como lo hizo el señor Rajoy, yéndose a un juzgado y declarando como cualquier otro español. Pero, lo mejor viene ahora. Recuerden que toda la estrategia de defensa de don Antonio Camacho ha consistido en manifestar la indefensión de Begoña ante el pérfido magistrado. Pues bien, ni corto ni perezoso, don Pedro Sánchez asegura que "dadas las cuestiones que son objeto del citado procedimiento..." Pero, señor Presidente, ¿no quedamos en que su señora no sabía de qué se la acusaba? Considerando que tienen ambos el mismo abogado y el mismo procurador, al parecer, hay dos Antonios Camacho: uno que sabe de qué acusan a Begoña Gómez y otro que no lo sabe. Begoña está en indefensión, pero, por ignoracia dolosa de su Señoría. ¡Pero su esposo Pedro, no!

 

Por si fuera poco, para recalcar que no le da la gana pasar por el juzgado, don Pedro asegura que "mi comparecencia es inescindible" de su condición de Presidente del Gobierno. Pedantería de la que debemos concluir que, dado que conoce toda la acusación que pesa sobre su esposa, en una causa abierta en un juzgado, el señor Sánchez no debería comparecer como testigo, sino como imputado.

Y es que, no hay nada peor que la pedantería. 

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Además, el peligroso abogado de los Sánchez-Gómez recurre a la Audiencia Provincial para que pase por encima del juez y archive el caso. Ya lo dijo el famoso jurista Óscar Puente: que alguien pare esto, a ser posible, alguien que esté por encima de Peinado y que pueda forzarle a abandonar.

Orden de Moncloa: hay que levantar el animo de la desencajada Begoña, que no se quiebre

En el entretanto, la SEPI de la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, también boicotea al juez: le niega información sobre el rescate de Air Europa. De esta forma, Javier Hidalgo, personaje central de la trama, queda fuera de foco. 

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Y una última orden de Moncloa: hay que levantar el animo de la desencajada Begoña, que no se quiebre.  

Mientras, su Majestad el Rey guarda silencio. No debería hablar, pero sí actuar

Y su Majestad el Rey guarda silencio. A lo mejor no debería hablar, pero sí actuar.