Consejo de Ministros del martes 25 de abril. El Gobierno no está en campaña electoral, está en vísperas de elecciones. Salen a escena la vicepresidente tercera, Teresa Ribera, acompañando a la inefable Isabel Rodriguez, ministra portavoz y a Luis Planas, al que ya le han advertido que el Sanchismo sólo admite talibanes de Sánchez y que la sensatez está prohibido para ellos, ellas y elles.
Dos preguntas de la canallesca acerca de Juan Carlos I. Isabel Rodríguez, mientras el Rey abdicado estaba ya volando hacia Abu Dabi, tras pasar una semana en España... ¡sin ver a su hijo Felipe VI! con quien Isabel Rodríguez asegura que el Gobierno "mantiene magníficas relaciones".
Majestad, el actual, no su padre, ¿cómo ha podido caer tan bajo como para que los verdugos de su padre le alaben? ¿Cómo ha podido usted caer tan bajo como para ni tan siquiera estrechar la mano de su padre que lleva injustamente exilado de su patria desde hace tres años?
En paralelo, Sánchez convierte al Senado un polideportivo para lanzar mitines electorales contra el "neoliberalismo". Gratis y con cobertura televisiva total y en combate amañado
Doñana. Teresa Ribera asegura que no hablará con la Junta hasta que no retiren la ley. O sea, el dialogo consiste en no hablar hasta que el enemigo se rinde. Antes no, porque el Gobierno "no habla de ilegalidades".
Por cierto, doña Teresa Ribera acaba por calificar a la Junta de Moreno Bonilla como "negacionista y catastrofista". Hombre, señora o lo uno o lo otro, que las dos cosas a un mismo tiempo no es posible.
Pero el Consejo de Ministros no es más que una plataforma electoral, hoy martes 25, San Marcos Evangelista, previo a la otra plataforma del Senado, que tenía lugar horas después, en un nuevo combate entre Pedro Sánchez, el tramposo, y Núñez Feijóo, el leve. Combate donde uno de los púgiles pelea con una mano atada la espalda: Sánchez sin límite de tiempo y con su verborrea interminable, castrista; Feijóo con el tiempo mínimo y acotado.
De 113.000 viviendas más. Esto sube por momento. No dice cuándo ni cómo. Y lo de vivienda pública. Bueno, 183.000 viviendas públicas para el alquiler. Pues mejor que fueran para la propiedad
Sánchez ha convertido al Senado en un polideportivo para lanzar mitines electorales contra el "neoliberalismo". Gratis y con cobertura televisiva total... y en combate amañado.
Un combate, además, donde Sánchez vende el producto: ya no son 50.000, ni 90.000, ya son 113.000 viviendas las que va a construirles a los españoles. Esto sube por momentos. No dice cuándo ni cómo. Al final, creo, porque me pierdo con su discurso, que se jactó de construir 183.000 viviendas públicas para el alquiler en una legislatura. Pues mejor que fueran para la propiedad. Y todo esto para vender una ley hecha a mayor gloria de los okupas. Sin comentarios.
La degradación de la vida pública española con Pedro Sánchez es de tono agudo y en plano inclinado descendiente. La respuesta de Núñez Feijóo es la propia de los conservadores: conservarán todas las barbaridades perpetradas por el doctor Sánchez, Pero todo esto ya lo sabían, ¿verdad?