La Convención itinerante del Partido Popular se puede resumir así: Casado no cambia, sólo se amolda. El PP, antes Alianza Popular, nació como un partido con principios cristianos, heredero de la historia cristiana de la derecha española. Pues bien, Casado no se atreve a romper con lo que José María Aznar, su mentor, calificó como centro-reformismo. Es decir, el centro de la nada. Aznar renunció a luchar por el derecho a la vida porque consideraba esta cobardía necesaria para llegar a La Moncloa. Y ahí se quedó. Casado sigue el mismo camino y encima siempre acobardado en las formas, no le vayan a llamar fascista, un error que no comete Isabel Díaz Ayuso y que constituye la clave de su éxito electoral. ​

Para llegar a La Moncloa, Casado debe acercarse a Vox -es decir, cristianizarse- pero eso le exigirá romper con sus barones regionales

Así que, ¿tendrán que elegir los españoles entre el neocomunismo cristófobo de Sánchez y la derecha pagana de Casado? Pues tal parece.

Tras la convención pepera sólo queda la matemática electoral. Una verdadera tontería porque nunca se cumple… pero no tenemos otra cosa: Casado debe acercarse a Vox pero eso le exigirá romper con sus barones regionales, con los Núñez Feijóo, Moreno Bonilla o Fernández Mañueco, que van de derecha progre.

Y todo ello nos lleva a concluir que el PP seguirá siendo un partido socialdemócrata de derechas. El Casadismo ha optado por el posibilismo de Aznar pero sin el ya de por sí tenue liberalismo económico de Aznar.

El PP seguirá siendo un partido socialdemócrata de derechas

Como si eso fuera a servir para mejorar su imagen antes sus enemigos. Sin ir más lejos: Adriana Lastra ya les ha acusado de derechizarse más, y alguien menos ignorante y menos bocazas que doña Adriana, el diario El País, le ha acusado de no girar al centro. Precisamente al centro de la nada, mismamente donde le quiere la izquierda, Hacia lo que ha girado Casado es hacia el paganismo y lo malo que la derecha pagana resulta una derecha sosa y aburrida.