Con la toma de posesión del nuevo Gobierno Sánchez se ha calmado, por ahora, el duelo entre Teresa Ribera y Yolanda Díaz por la Vicepresidencia primera (la cual sigue estando ocupada por Nadia Calviño, quien ya no tiene tan claro su marcha al BEI). Sin embargo, no ha tapado el desastre de la ‘talibana’ verde Ribera, pues al tiempo que quiere ser la estrella de la próxima Cumbre del Clima (la COP28), falta regulación en España que impulse las energías renovables.

Vamos por partes. Dicha Cumbre se celebra en Dubai (Emiratos Árabes Unidos) entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre, y aunque la presidirá el sultán Ahmed Al Jaber, jefe de la petrolera estatal Abu Dabi National Oil Company (ADNOC), y no asistirá el Papa Francisco, Ribera quiere ser la estrella. La COP28 tratará, entre otros asuntos: la crisis climática y las pérdidas económicas que causa, su financiación, la perspectiva del género para tomar mejores decisiones climáticas.

Con la fotovoltaica el precio de la luz va a tender a cero durante el día y se va a disparar por la noche, por tanto, sino se desarrollan sistemas de almacenamiento, esta energía no tiene sentido y se necesitarán energías de sustento no sólo para asegurar el suministro sino para que los precios sean asequibles

 

Al hilo de esto, cabe destacar que la vicepresidenta tercera no recibe a las empresas energéticas españolas y sólo quiere hablar con los ecologistas (por ejemplo, así se vio en la COP25, donde se encontró con Greta Thunberg). De hecho, el sector no se lleva con la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y el punto de ‘basta ya’ llegó hace unos meses en la entrega de los XXXIII Premios de la Energía del Club Español de la Energía (al que también asistió el esposo de Ribera, Mariano Bacigalupo, quien pasó de consejero de la CNMC a serlo de la CNMV y quiere influir en el sector energético... cuando ya nada tiene que ver con este). Un evento que se vio interrumpido por organizaciones ecologistas... que fueron defendidas por Ribera. Claro que esta última también se ha atrevido no sólo a imponer a muchas empresas el llamado impuestazo energético, sino a señalarlas, en especial a las que se dedican a las energías de sustento (carbón, petróleo y gas) por “contaminantes”, y no le importan nada los empleos industriales que estas crean y mantienen en compañías de otros sectores. Además, al igual que a su jefe, Pedro Sánchez, le gustan mucho más las multinacionales extranjeras

En el entretanto, Ribera tiene la culpa de la falta de regulación en España que impulse las energías renovables... y eso que estas últimas (en especial turbinas eólicas y placas solares) le encantan. Por ejemplo, tiene pendiente regular el bombeo hidráulico y el coste del acceso a la red de las energías verdes, y también tiene paradas la investigación y la inversión en el almacenamiento en baterías. Esto último lo intenta paliar con subvenciones del Estado al autoconsumo en los hogares, pero no es suficiente: con la fotovoltaica el precio de la luz va a tender a cero durante el día y se va a disparar por la noche, por tanto, sino se desarrollan sistemas de almacenamiento, esta energía no tiene sentido y se necesitarán energías de sustento no sólo para asegurar el suministro sino para que los precios sean asequibles. Además, a este interrogante sobre la fotovoltaica se suma el hecho de que el hidrógeno verde aún no es rentable y los problemas que han surgido en eólica marina