El 15-M significa 15 de mayo de 2011. La madrileña Puerta del Sol comenzó a oler a espacio cerrado y el público madrileño, tan indolente a las ideologías y tan enamorado de los sentidos, empezó a hablar de perroflautas y a pasar sólo por calles adyacentes a la perfumada Puerta del Sol. 

Pero aquello iba a tener consecuencias electorales. Recuerden: no fue Podemos el que inventó el 15-M sino el 15-M el que inventó a Podemos y a un Pablo Iglesias que, muy a su pesar, se convirtió en vicepresidente del Gobierno.

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Por ejemplo, lo aprovechó para aplicar en España el neocomunismo. Recuerden: el mundo soviético terminó en Polonia, con Solidaridad y con San Juan Pablo II. En 1989 caía el muro y comenzaba el acto final. Pasaron unos años, hasta que la hidra volvió a despertar, con otro disfraz. Era el neocomunismo, que ya no lucha por la dictadura del proletariado, sino por la democracia, ¡oh, sí! 

Los nuevos comunistas son los más democráticos de todos. Hoy, el buen marxista, trata de ganar en las urnas decentemente y, cuando llega al poder democráticamente, empieza, desde el poder, a demoler el sistema. Nicolás Maduro, mismamente, también convoca elecciones en tiempo y forma. Es todo un neocomunista.

Al tiempo, el buen neomarxista necesita pudrir la sociedad antes de pudrir al individuo. Eso se consigue con la ideología de género, dicho queer, dicho woke. 

De entrada, una sociedad de rijosos es una sociedad de lo más maleable. Primero se exaltó la homosexualidad y luego el sexo a elegir, que llevó a la transexualidad. Con todo ello, la sociedad ya está preparada para la neotiranía de lo público, para el comunismo.

Las batallas del siglo XXI no son las de la izquierda contra la derecha, ni la del capitalismo frente al comunismo: son la batalla de Cristo contra la agonía del azar y la batalla de lo grande contra lo pequeño. Eso sí, recuerden que lo público siempre es grande

Podemos obtuvo grandes triunfos y, cómo no, el viejo comunismo del PCE acabó en sus manos, en manos del neocomunismo. 

Lo que no previó Pablo Iglesias fue que la ideología de género fue asumida por todos los partidos llamados progresistas, también los de derechas, según la vieja definición de progresía: abajo los curas y arriba las faldas. 

En definitiva, son 13 años de neocomunismo y 10 años de Podemos. Ahora mismo, la revolución siempre devora a sus propios hijos, Podemos lucha por sobrevivir. Pero ojo, el desguace moral de esta sociedad es terreno abonado para la vuelta de los 'neos'.

El neocomunismo no ha muerto e incluso está llegando a una curiosa alianza -no es la primera vez que esto ocurre en la historia-, entre comunismo y capitalismo. No se extrañen: ambos tienen los mismos enemigos: el cristianismo, primero y principal. Después, el liberalismo defensor de la propiedad privada. Las batallas del siglo XXI no son las de la izquierda contra la derecha, ni la del capitalismo frente al comunismo: son la batalla de Cristo contra la agonía del azar y la batalla de lo grande contra lo pequeño. Eso sí, recuerden que lo público siempre es grande.