‘Doña contradicciones’ Teresa Ribera está nerviosa y ahora mismo se enfrenta a un peculiar ‘triángulo de la muerte’: la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; y la energía nuclear. Toda su atención, a pesar de la DANA, está puesta en su audiencia de confirmación del próximo 12 de noviembre en Bruselas, donde será evaluada por las comisiones de Medio Ambiente, Asuntos Económicos e Industria.
La vicepresidenta ecológica se resiste a dejar el Gobierno hasta no tener bien asegurada la silla de vicepresidenta ejecutiva para una Transición Limpia, Justa y Competitiva en la nueva Comisión Europea. Una manera de actuar a la que nos ha acostumbrado en los últimos meses, en concreto, desde que decidiera ser cabeza de lista del PSOE a las elecciones europeas del pasado 9 de junio. Ribera sólo aceptó encabezar dicha candidatura a cambio de formar parte del nuevo Ejecutivo comunitario y no se iba a conformar con ser eurodiputada sin más, de hecho, ni siquiera recogió su acta de eurodiputada, un gesto bastante feo con sus votantes. Y por supuesto, de no lograr el asiento en el Ejecutivo europeo, seguiría siendo vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de nuestro país. Eso sí, sí logra la silla en Bruselas, quiere que Joan Groizard, otro talibán verde que actualmente es el director general del IDAE, sea su sucesor en la Vicepresidencia tercera del Gobierno Sánchez.
El primer ángulo del citado ‘triángulo de la muerte’ es la propia Von der Leyen, que no quiere que Ribera actúe como activista ecologista y menos en cuestión de energía. De hecho, a principios de septiembre, la presidenta de la Comisión Europea pidió expandir la energía nuclear en la situación geopolítica actual porque “debemos generar nuestra propia energía” y para ello se necesita más generación a partir de fuentes renovables, más nuclear y más eficiencia. Y buena prueba de intentar limitar a la ecológica Ribera se puede ver en que las decisiones sobre cuestiones industriales, energéticas y climáticas dependerán más del francés Stéphane Séjourné, candidato a vicepresidente ejecutivo de Prosperidad y Estrategia Industrial; el danés Dan Jørgensen, candidato a comisario de Energía y Vivienda; y el neerlandés Wopke Hoekstra, candidato a comisario de Clima, Cero Emisiones Netas y Crecimiento Limpio.
⚠️Situación de gran adversidad en el área mediterránea por lluvias torrenciales.
— AEMET (@AEMET_Esp) October 29, 2024
Los avisos rojos (el nivel máximo) suponen peligro extremo, y mientras elaborábamos el vídeo se han extendido de la provincia de Valencia también a la de Málaga.
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El segundo ángulo lo protagoniza Sánchez, que regañó a Ribera por estar encerrada en su obsesión por ser vicepresidenta europea y no ayudar ante la DANA. Una tragedia donde la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y la Confederación Hidrográfica del Júcar han tenido parte de responsabilidad. La primera había alertado el martes 29 de octubre de aviso de nivel rojo en buena parte de la provincia de Valencia porque se podían acumular 90 litros por metro cuadrado en menos de una hora, es decir, “cantidades enormes de precipitación”. Por su parte, la segunda no transmitió al Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat Valenciana ningún aviso sobre el barranco del Poyo hasta las 18:43 horas de la tarde, cuando se registraban 1.686 metros cúbicos por segundo... y con tendencia ascendente, según el informe sobre el análisis de correos al que ha tenido acceso Ok Diario. Por cierto, esos 1.686 millones de metros cúbicos equivalen “a 53 veces el caudal del Tajo-Segura, o 4 veces el caudal del Ebro”. Además, resulta curioso que desde que ocurrió la tragedia, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha difundido numerosos avisos rojos y naranjas de la Aemet por lluvias a través de su canal de Telegram.
Y el tercer ángulo es la nuclear. Ya saben que Ribera es una gran enemiga de esta energía, a pesar de que produce electricidad sin emitir CO2 y lo hace de forma estable y segura, garantizando el suministro y sin depender de factores meteorológicos como la solar y la eólica. Esto se refleja en su insistencia en cerrar las nucleares españolas entre 2027 y 2035, y no atreverse a rectificar, pese al error cometido por Alemania (cerró sus centrales y aumentó el consumo de gas... y ¡hasta de carbón!). De hecho, Ribera no ha tenido el más mínimo reparo en mostrar su doble vara de medir: mientras en España defendía el cierre nuclear, en el resto de Europa no le ha quedado otra que aceptar dicha energía... que es tan importante en Francia. Pero la cosa no acaba ahí, porque ahora Ribera defenderá la energía nuclear en Bruselas y en la COP29, y encima en un cuestionario de 16 preguntas ha remarcado que la Comisión lanzó el pasado febrero una alianza industrial para “acelerar el despliegue de pequeños reactores modulares (los conocidos como SMR) y garantizar una sólida cadena de suministro, incluida una fuerza laboral cualificada” y que se hará “para principios de 2030 bajo los más elevados estándares de seguridad nuclear, gestión de residuos, sostenibilidad medioambiental y competitividad industrial”.