Ya hemos dicho que el balance de fin de año y ecuador de la legislatura perpetrado por Pedro Sánchez, el miércoles 29, resultó tan triunfalista y mentiroso como revelador del miedo que atenaza al presumido presidente del Gobierno: resulta que ha sido el mejor presidente de España desde Sagasta, que todo lo ha hecho por consenso, que su impulso reformista ha cambiado España en dos años... ¿cómo es posible que en medio de tantos éxitos la mayoría de las encuestas den ganador al PP del incoherente Pablo Casado?

¿Qué explica la paradoja de un Pedro Sánchez tan triunfalista como temeroso? Pues, además de esos sondeos, los del CIS no se los creen ni en Moncloa, Sánchez se enfrenta a la necesidad de mantener a cualquier precio el Gobierno Frankenstein que lidera, y por el que gestiona, apoyado en comunistas, separatistas y hasta filoetarras: el Frente Popular de 1936, que producía vértigo hasta en Largo Caballero.

Y también pasa que ha sucedido algo tan indeseable como que Podemos, cada vez más en baja pero cada vez con más poder, ya le dobló el pulso al exigir el cese del ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y ahora le piden la cabeza de su número dos, la economista, de cada día menos prestigio, por más mentirosa, Nadia Calviño.

Pervertida España, la principal preocupación de Sánchez es la economía: es la que puede sacarle de Moncloa. Y la economía española no va mal: va peor

Recuerden: el chuleta de Campo se atrevió a poner en solfa la cachondeable menudencia intelectual de Irene Montero y del feminismo podemita... y le costó el cargo. Se le entregó su sillón a otro dechado de sabiduría jurídica, una juez de violencia de género llamada Pilar Llop. Sin comentarios.

Ahora los podemitas exigen la cabeza de Nadia Calviño, que es una roja de mucho cuidado pero de modales encarnados y a la que la ropa de marca no le sienta como una impostura, caso de Yolanda Díaz. Sánchez estrena 2022 cada día más tirano, cada día más atribulado y cada día más rodeado de una guardia pretoriana -seguridad, comunicación y agenda- que protege su indigencia intelectual y moral del exterior, para mantener el apoyo de los insensatos que aún se creen que trabaja para el pueblo.

Y claro ese millón no muy largo de españoles que deciden quién gana las elecciones son los que fácilmente pueden pasar de la izquierda comecuras y capitalista, a la derecha pagana... y capitalista. O sea, de Pedro Sánchez a Pablo Casado.

Al menos, eso es lo que rezan las encuestas. Sí, en mayo puede haber elecciones anticipadas por mucho que -excusatio non petita- Sánchez repita que agotará la legislatura.

Pero la clave, ya perpetradas todos las 'progrecidades' -el miércoles don Pedro volvió a enorgullecerse del derecho a la eutanasia-, vuelve a ser la economía. Es decir, pervertida España, la principal preocupación de Sánchez es la economía... que es lo que puede hacerle caer.

Y resulta que la economía española, en contra de lo que perjuran Sánchez y Calviño, no va ni medio bien: va fatal. El análisis gubernamental sobre la marcha de nuestra economía constituye una auténtica estafa, la estafa del Desastre Calviño.

Así que Podemos tiene razones para solicitar el ceses de Calviño pero no tiene la razón. Por las mismas, debería exigir le cese de Sanchez y el de todos su ministros, que son de nota. Pero esto es lo que hay...