La jornada del lunes 6 de noviembre fue de órdago en el plano político -evidente- y en el plano empresarial, siempre desde los camerinos.

La ley de amnistía para los separatistas y, no lo olvidemos, muy progresistas partidos ERC y Junts, o sea, para Junqueras y Puigdemont, así como para los proetarras de Bildu y los cobardones del PNV (unos menean el nogal y otros recogemos las nueces) o para el centrífugo BNG, representa el inicio de la ruptura de España pero, sobre todo, del reparto del botín, del control de España por los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, por los que no creen en la nación española: naciones son ellos.

El INI de Sánchez. En paralelo, el Gobierno pretende controlar las redes de transporte de energía, con una fusión Enagás-Redeia. Sin olvidar AENA y a las redes de fibra óptica, controlable a través de Telefónica

Pero lo que está pasando más desapercibido es el intento de conquista nacionalista de las grandes empresas, del poder económico, que el Sanchismo está dispuesto a otorgar a catalanes y vascos a cambio de que invistan presidente a Sánchez y de participar en los trofeos a través de la creación del INI del PSOE.

Para los catalanes, en contra de lo que parece, un pueblo más romántico que los vascos, por tanto más vengativo, se trata de vengarse de 'la afrenta' que supuso la huída de 4.000 empresas de Cataluña, sobre todo cuando la Caixa de Isidro Fainé, decidió huir de la locura de la Cataluña del Procés, camino, no hacia Madrid (aunque, en el fondo, un poquito) pero sí hacia Valencia (Caixabank) y hacia Palma de Mallorca (Fundación).

Por cierto, huída empresarial de la enloquecida Generalitat que aún persiste, porque una cosa son las convicciones ideológicas y otras el sentido común y la demencia. Quiero decir que muchos catalanes comparten las ideas de Puigdemont, otros las de Gabriel Rufián, pero no comparten la egolatría chiflada y paleta del uno y del otro.

Empecemos por el principio: aprovechando la confusión general creada por Sánchez I, el profanador, resulta que ERC, Junts y PNV quieren repartirse el IBEX. Sus objetivos primeros son Telefónica, BBVA y Caixabank. Eso sí, el PSOE también quiere participar en el reparto del botín. Para la teleco, Moncloa se reserva lo adelantado por Hispanidad: una fusión con Indra.

Moncloa deja hacer por la obsesión de Sánchez de mantenerse en Moncloa al precio que sea, pero está generando un mantra en el mercado: España no es de fiar

Por contraste, el PNV prohíbe que se toque a Iberdrola: esa es cosa suya, porque Ignacio Sánchez Galán, el abertzale de Salamanca, siempre se ha apoyado en el PNV para hacer frente al PSOE y al PP. El abertzale de Salamanca se encuentra muy a gusto en la Ría de Bilbao, aunque sólo aparece por allí para rendir pleitesía al Gobierno vasco y al PNV y para estrechar lazos con el Gobierno Urkullu... y el día de la Junta General de Accionistas.

Sánchez responde con la creación de su propio INI, el INI de Sánchez. Y es que el presdiente del Gobierno ha cambiado mucho desde junio, cuando estaba convencido de que iba a perder las elecciones frente a Feijóo. Ahora ya no quiere irse a Bruselas, quiere perpetuarse en Moncloa. Por eso necesita resucitar el INI.

En concreto, Moncloa pretende controlar las redes de transporte de energía, con una fusión Enagás-Redeia, un proyecto que ya en su día, a comienzos de siglo, intentó el socialista Luis Atienza y que ahora revive. Y eso a pesar de la pésima gestión de Arturo Gonzalo en la primera y de Beatriz Corredor en la segunda.

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Todo ello sin olvidar AENA, a cuyo frente se sitúa el poderoso socialista catalán Maurici Lucena, fiel discípulo de Illa. Oiga, y también hablamos de la red de fibra óptica de Telefónica, la mejor de Europa, controlable a través de Telefónica pero que también puede segregarse para formar parte del nuevo INI de Sánchez, con el consiguiente acompañamiento de fondos de inversión que, como es sabido, todos ellos son muy patrióticos. Vamos, igualito que en Enagás y Redeia-red eléctrica.

Se trata de controlar las redes energéticas, de telecomunicaciones, de carreteras, ferroviarias, etc. Un INI de redes porque quien controla las redes controlas la economía de una sociedad en red, aseguran en Ferraz.

Y luego está la obsesión con Telefónica, que mañana miércoles celebra su 'Investor Day'. La ambición del Sanchismo roza la demencia. Por ejemplo, pretenden descabalgar al mejor gestor que ha tenido la compañía, que es Pallete, un hombre que conoce el sector como nadie pero que no sabe hacer política... por lo que corre el riesgo de que otros se la hagan y que, además, siempre ha intentado cumplir con las constantes requisitorias de Moncloa.

Es igual, la nueva locura sanchista es una Telefónica controlada por Moncloa. Si fuera el caso, nacionalizada... pero poniendo poco dinero, que conste.

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Es igual: queremos Telefónica y ahí está la SEPI desestabilizando la compañía con un hecho relevante que pasará a la historia del ridículo: estamos analizando la posibilidad de comprar un 5% de Telefónica. Marisu, Nadia, preciosidades: los hechos relevantes no están para dejar constancia de vuestros sesudos análisis. Están para comunicar el dinero que se pone en una empresa y explicar el motivo.

Mientras, el empresariado no se une: Ana Botín, Isidro Fainé, Álvarez Pallete, Carlos Torres, Ignacio Galán y Juan Roig, los líderes naturales, parecen el ejército de Pancho Villa, por no hablar de Escotet, que siempre juega a caballo ganador

Volvamos al origen de la convulsión actual de España, las exigencias nacionalistas para que Sánchez mantenga su sillón. Moncloa les deja hacer por la obsesión de Sánchez de mantenerse en palacio al precio que sea y por una eternidad pero está generando un mantra en el mercado: España no es de fiar. En Occidente, al Estado le dedican el papel de regulador, no de propietario, Y si es propietario, que lo sea en serio: no poniendo el 5% del capital, ni el 10 ni el 20, sino opando y haciéndose cargo de la gestión de la empresa. Esta estación intermedia de Moncloa -poner poco dinero pero pretender controlarlo todo- ese punto medio del Sanchismo entre lo privado y lo público, no es de recibo.

En el entretanto, las exigencias nacionalistas, sobre todo de ERC, Junts y, más que nadie, del PNV, no cesan. Por ejemplo, me dicen que en la reunión mantenida en Bruselas entre Ortuzar y Puigdemont, se habló de lo también adelantado por Hispanidad: una fusión entre BBVA y Caixabank, en una nueva entidad resultante que sería controlada, a pachas, entre PNV y Junts. Como banco español, quedaría el Santander, dentro de ese Estado plurinacional llamado España.

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Mientras, el empresariado, o sea, el otro bando, el agredido, no se une: Ana Botín, Isidro Fainé, Álvarez Pallete, Carlos Torres, Ignacio Galán y Juan Roig, los líderes naturales, parecen el ejército de Pancho Villa, por no hablar de Juan Carlos Escotet, que siempre juega a caballo ganador: mientras él gane dinero en la apuesta...

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Florentino Pérez, ¡Oh capitán mi capitán!. hace tiempo que sólo juega a su ACS y a su Real Madrid y Amancio Ortega huye de cualquier tipo de liderazgo que no sea el de las cifras de ventas... y que no le fuerce a salir de La Coruña.

Todos ellos pasan de la política sin darse cuenta de que la política no pasa de ellos, Y además, tienen demasiado ego para ceder el liderazgo al compañero, aunque sea de manera temporal. No todos, sólo la mayoría.