No sé si es un delincuente, sospecho que sí, pero Víctor de Aldama es el hombre al que cree España y el que no creen tanto es en Sánchez, presidente del gobierno. Eso sí, Sánchez no tiene nada que perder, salvo el poder. Le es igual que le acusen de cualquier cosa: él no piensa dimitir, y lo que es peor, no tiene la menor intención de rebajar el ambiente guerra civilista que reina en España. Es más, lo fomentará con ahínco porque es la única manera de mantenerse en el sillón de Moncloa. Pretende, precisamente eso: forzar el enfrentamiento, ahora llamado polarización, entre las dos Españas. Que ahora ya no es la España de derechas frente a la de izquierdas, sino la España 'woke' frente a la España de cultura cristiana.
Ya hay quien aconseja, aunque me temo que no en vivo y en directo, a Pedro Sánchez, 'hacer un Craxi' el primer ministro italiano, socialista, quien, acusado de corrupción, decidió emigrar a África.
Lo que sí es cierto es que no se había producido hasta ahora, en seis años y medio de Sanchismo, una cosa igual. Hasta el momento, todas las acusaciones de corrupción al gobierno de don Pedro, que han sido muchas, no lograban romper la coraza de respeto al poder que siempre anida en el español, aunque seamos pueblo levantisco, sí sentimos el ceremonial del poder. Pero esta vez, sí, esta vez, los españoles han creído más a Víctor Gonzalo de Aldama Delgado que a Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Y ante este nuevo panorama, del que en Moncloa son muy conscientes... no saben qué hacer.
¿Que por qué creen a Aldama más que a Pedro? Pues sencillo: la verdad de un discurso no tiene que ver ni con la credibilidad del sujeto ni con la potencia de fuego con la que se despliega el mensaje: tiene que ver con la coherencia interna del denunciante. Y resulta que Aldama, en sus acusaciones, sí resulta coherente.